jueves, 12 de julio de 2012

La aborrecedora entre el aturdidor y la comparsa móvil



A la espera de que COSMOPOLIS nos desvele definitivamente si David Cronenberg ha comenzado su (inevitable) declive o sigue esquivando los puñetazos en base a su sólido bagaje estructural, A DANGEROUS METHOD ni confirma ni desmiente, no al menos con la rotundidad que cabría esperar de un proyecto, a priori, tan sugerente como éste. Hay muchas cosas que se agradecen en este film, otras que se echan de menos y otras que simplemente producen el rechazo de que, por momentos, pareciera otro director tras la cámara. En el haber está el no andarse demasiado por las ramas, pese a tratarse de un film sobre psicólogos y psicoanálisis, A DANGEROUS METHOD es tremendamente física (nobleza obliga); desde los espasmos iniciales de una Keira Knightley excesiva, pasando por la pulcritud y contención de unos estupendos Fassbender y Mortensen (excepcionales actores los dos) y la aportación de un irreconocible Vincent Cassel, que en mi opinión podía haber dado mucho más juego. Cronenberg ha construido un lenguaje propio y reconocible, y está dispuesto a aprovecharlo; la lástima es que este sólido anclaje no permite despegar al film más allá justo cuando el elemento desestabilizador parece adueñarse de unos diálogos que no por brillantes son menos tediosos. No nos equivoquemos, esto no es cine experimental, sino un relato clásico pulsado hacia sus propios límites; y puede que la elección (al ser una novela, esto no corresponde al director canadiense) de usar unos iconos como Carl Jung y Sigmund Freud le reste la posibilidad de ir "un poco más allá", quizá por no tener que dar explicaciones innecesarias más tarde dentro del contexto histórico. Creo que ha prevalecido el estrato truculento (y ahí el personaje de Cassel desaparece demasiado pronto) de la pasión sadomasoquista entre médico y paciente, con el consecuente tambaleo de las convenciones de un hombre, Jung, que buscaba precisamente los límites de la moral para explicar el porqué de las conductas humanas. Mejor quedan los brillantes diálogos entre éste y un Freud mordaz y descreído, pero puede que Cronenberg se diese cuenta de las consecuencias de "una película hablada", lo que desemboca en los peores momentos de la película, un Jung apocado y bovino perdiendo los papeles ante una majareta de tomo y lomo. Si he de decir la verdad, me esperaba más, aunque no está tan mal como pudiese parecer.
Saludos desde el diván.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

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