martes, 10 de julio de 2012

El corazón es un cazador abatido



Me entero, hace un par de días, de que nos dejó Ernest Borgnine; uno de esos actores que ha tenido (sobre todo recientemente) legiones de imitadores, sólo para que quedase demostrado que era inimitable. Un grande con mayúsculas y con una filmografía realmente apabullante. Aunque, si debo quedarme con un título suyo, creo que muchos nos pondríamos de acuerdo con ese papel que, a mediados de los años cincuenta, pareció caerle a Borgnine desde el mismo cielo. Y es que MARTY era un giro absolutamente radical respecto a lo que el actor venía haciendo, e incluso lo que iba a hacer después; uno de esos personajes inolvidables y que ha de ganarte por la vía más complicada, que es la de desarmarte hasta que claudicas y ya no te quedan argumentos de crítica. Porque, curiosamente, este Marty, carnicero de barrio, hijo ejemplar, amigo de sus amigos y soltero empedernido a sus 34 años, puede ser cualquier cosa menos maniqueo. Delbert Mann, que debutaba en la dirección, escogió este personaje creado por Paddy Chayefsky, y que ya había deambulado brevemente por la televisión de entonces, y le dio los honores de un tipo de hombre víctima de su propia bondad e integridad. Marty sólo busca alguien para compartir la vida, pero está harto de que le rompan el corazón, así que le incomoda que algún amigo (sí, también soltero) le insista en ir a un salón de baile el Sábado por la noche, como le aburren las interminables fanfarronadas de bar acerca de ligues de una noche. MARTY contaba con un excelente guion firmado por el propio Chayefsky, porque de no haber sido así se hubiese quedado en un film más sobre un tontito católico que conoce a una solterona y ambos se romperán el corazón por su mera incapacidad empática; pero nada de eso, porque MARTY no sólo es un film ágil y dinámico, sino que sabe dónde poner los acentos, y contiene tantos momentos hilarantes como aldabonazos que terminan por estremecerte. Una historia sin ínfulas ni adornos, que se llevó nada menos que cuatro oscars y que nos descubrió a un grandísimo actor, un tipo que quedará inmortalizado en nuestro subconsciente por trabajos como éste.
Saludos a todos los solteros.

2 comentarios:

Möbius el Crononauta dijo...

Yo no lo habría dicho mejor. Parece mentira que Ernst nos haya dejado, era como si fuera a durarnos para siempre.

saludos

dvd dijo...

Un grande. No hay nada que añadir a eso...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!