lunes, 2 de julio de 2012

Confusión elemental



Veintiocho años después, resulta más reveladora la visión de la ópera prima de Lars von Trier para entender muchas de las obsesiones que han hecho del danés, más que un director de culto, un objeto de discusión y controversia en sí mismo, que la radiación, a veces cegadora y anestesiante, de sus trabajos más carismáticos. FORBRYDELSENS ELEMENT (EL ELEMENTO DEL CRIMEN) adelanta con precisión la fastuosidad visual de EUROPA, su mejor película para quien esto escribe, al tiempo que constata el principal problema entre él y sus espectadores: entender qué es exactamente lo que pretende. Y esto es así en esta fascinante y confusa película, que tiene la apariencia de cualquier trama detectivesca para, seguidamente, adentrarse por un thriller psicológico cercano al cine de Cronenberg. Todo con una pesada pátina literaria y una voz en off que, a mi juicio, desvía la atención de lo que ocurre en la pantalla; pudiera parecer que sus complicados y barrocos montajes, en búsqueda constante del torrente de conciencia narrativa, no sean más que frontispicios muy decorativos pero de escasa sustancia semántica. Yo me enteré de poca cosa, o más bien me importaba un pito el devenir de ese torturado detective por un Egipto que más bien parecía un cruce entre la Alemania neonazi y una Venecia sumergida ¿?, sino que me entretenía en contar los pliegues de su raída y sucia chaqueta blanca y me decía cosa como: "Qué cojones hay que tener para trasladar Escandinavia a El Cairo e inventarse una vampiresa de rasgos vietnamitas" o "Joder, cómo suda este tipo"... Es decir, que se trata de la típica película que tiene que gustarle a la gente rarilla y enrevesada, pero que vista desde la distancia es un juego de niños comparada con quien su altivo director quería compararse, que no es otro que Orson Welles; es decir, Lars von Trier en estado puro, cómo no.
Saludos elementales.

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