viernes, 3 de febrero de 2012

Sólo un precedente



Con la súbita aparición y éxito de GLADIATOR, Ridley Scott desató una especie de minifiebre por el peplum, le otorgó galones de género mayor y, lo que es mejor, hizo que nos acordáramos de aquellos otros títulos que ya lograron esto (y en mayor medida) cuarenta o cincuenta años antes. El gran precedente (y estoy siendo muy benévolo con el film de Scott) de este film fue una mastodóntica superproducción de Samuel Bronston, de aquellas que este señor se trajo a la España tercermundista del régimen totalitario de Franco buscando mano de obra barata y parabienes ilimitados a bajo coste. El resultado fue THE FALL OF THE ROMAN EMPIRE, o tres horas de hipnótico pulso visual y nulo gusto por el rigor histórico. Personalmente no me quita el sueño, ya lo saben, que una película, si globalmente es entretenida, invente datos, actos, localizaciones y personajes; y, en este caso, la verdad es que el término "desmesurado" no es baladí, pues Bronston (y le coloco por encima de un Anthony Mann excesivamente asalariado), superelenco aparte, fue incapaz de resistir la tentación de "la panorámica de las 10.000 personas", aunque estuviese circundada por atrezzo barato y un cielo sospechosamente azul. Vista casi cincuenta años después, THE FALL OF THE ROMAN EMPIRE es casi una anomalía, una sospecha semiviral y antojadiza que igual presenta a un salvaje Christopher Plummer como el despreciable Comodo, a Stephen Boyd en su eterno quiero y no puedo como el desdichado Livio o a Sophia Loren más esfinge que nunca. Realmente son sus excelentes (y muy desaprovechados) secundarios los que mantienen a flote esta oda al exceso; nada menos que Alec Guinness, James Mason, Mel Ferrer, Anthony Quayle, Omar Sharif, John Ireland... Ufffffff... Eso sí que es irrepetible ¿no les parece? Recomendable sólo para una tarde muy larga en la que no tengamos absolutamente nada que hacer.
Saludos por los suelos.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Mucha star malempleada creo yo. Tampoco es una de mis pelis de cabecera, la verdad, y eso que Mann es uno de mis grandes directores. Si te soy sincero creo que nunca la he visto entera del tirón. Algunos decorados son muy buenos. Esa mano gigante del final me gustaba de crío.
Eso sí, Christopher Plummer está muy guapo y las escenas invernales muy conseguidas.
La música de Tiomkin, como siempre, buenísima.

dvd dijo...

Es una película extraña, desmesurada; tiene momentos visionarios y otros francamente cutres. A Mann se le fue un poco de las manos, por eso casi se puede atribuir co-autoría a Bronston...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!