miércoles, 8 de febrero de 2012

Exotismo de andar por casa



Uno de los grandes males del cine europeo, y más concretamente el proveniente de filmografías pequeñas, es el de investirse de no sé qué aroma de tienda de mirras y espejuelos y, claro, envolver la nada en esa palabra que tanto daño le ha hecho históricamente al avance de la inteligencia humana: exotismo. Palabra, por cierto, que es enemiga acérrima de uno de mis mantras más sagrados, aunque fonéticamente se parezcan: escepticismo. Tengo en mente a Kusturica o a Akin, adalides del buenismo étnico-cuchufletero, como si el gitano de la cabra ganase Eurovisión; y en las antípodas, sin haberse dejado arrastrar jamás por esa loca tentación, al gran Aki Kaurismaki y, en mayor medida, por su ubicación geográfica, a la última y apabullante hornada de directores (autores) rumanos. De Bèla Tarr prefiero no hablar. Y no es por la película de hoy, que es un título menor, sin mayor trascendencia, sino por cómo se encadenan algunas sensaciones tras comprobar ese cine tan engañoso; que ni siquiera está mal rodado, pero que carece de toda intención artística. Esto me ha venido a la mente tras ver IZTOCHNI PIESI (EASTERN PLAYS), una película búlgara (¿cuántas películas búlgaras han visto ustedes?) en la que salen muchachos con camisetas sucias y mirada contemplativa, fumando y mirando "más allá" de los bloques de pisos arracimados tras los vertederos... Y espero que esta descripción haya sido suficientemente completa, porque muy poco más contiene un film que es un quiero y no puedo, o quizá un "quiero, porque lo he visto en otra parte, pero es que no sé cómo hacerlo". No está mal para hacer turismo por la parte chunga de Bulgaria, pero su historia es tan poquita cosa que se olvida al instante; uno de esos ejemplos de cine de relleno de festivales, probablemente el tipo de cine que más me cabrea por culpa de las expectativas que uno se crea a priori. Tiene un par de cosas interesantes, entre ellas el esfuerzo por resultar creíble de su protagonista, Christo Christov, que además murió sin poder ver estrenado el film; pero en suma es, ya digo, un film totalmente olvidable.
Saludos occidentales.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!