miércoles, 22 de febrero de 2012

La rebelión de los eternos aspirantes



Algo que sí debería cambiar definitivamente en el cine español es su poca predisposición a la rebeldía. Inacabable cuna de aprendices, nos parece vivir en un continuo ensayo de carrera, con esos húmedos tics bien aprendidos, pero en ningún caso con aportaciones que puedan considerarse realmente originales. Y no me parece tampoco EVA un título que vaya a cambiar nada de esto; puede que lo maquille y nos dé otros cinco minutos de gloria y autobombo, pero nada empieza ni acaba en el enésimo cuento futurista sobre la vida artificial. Como si de un extraño cruce entre A. I., BLADE RUNNER y BEAUTIFUL GIRLS se tratase, Kike Maíllo, del que no dudo lo concienzudamente que se ha preparado el tinglado, cocina un apresurado drama futurista sobre los vaivenes que "posiblemente" nos deparará la vida artificial, si es que ésta se produce algún día (y sobre todo si se produce tal y como nos lo pinta el cine de ciencia ficción). Como intentona no está mal, porque por un lado está el enfrentamiento (bastante sosillo, eso sí) entre los hermanos interpretados por Daniel Brühl y Alberto Ammann, con la figura de Marta Etura, esposa del último, de por medio y la hija de ambos, Eva, una insoportable niña llamada Claudia Vega, alrededor de la cuál se desarrollará una trama que, si estamos lo suficientemente atentos, ya habremos destrozado en poco tiempo. Los efectos especiales están bastante bien, pero ya son muy comunes, por lo que no son tan sorprendentes como cabría esperar, y prueba de ello es que lo más parecido a un robot que hay en la película es el estupendo Lluís Homar, que hace grande un personaje que en principio es menor. Todo muy estudiado, con pocas salidas de tono y sin grandes meteduras de pata, pero menos emocionante de lo que cabría esperar para quien se supone que podría ser el relevo generacional de, por ejemplo, Amenábar. Cuando nos convenza de que estamos viendo lo que nos quiere contar, sus buenas intenciones crecerán, se harán mayores y estaremos ante un maravilloso manipulador, pero siendo sinceros, aún le queda un largo camino para ello.
Saludos automatizados.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!