martes, 28 de febrero de 2012

Los Domingos por la tarde...



Es curioso cómo, estando como está en la cresta de la ola informativa, el fútbol (generalicen) ha mutado radicalmente de lo que en tiempos era un pasatiempo teñido de sentimientos hasta convertirse en lo que es hoy día: un gigantesco centro comercial donde importa el cash y no el cuore. Y como todo tiene su lado bueno y su lado malo, cada vez son más escasas aquellas terribles batallas campales en las que hinchas (¿hinchas?... ¿de verdad?) de dos eternos rivales se citaban para compartir el constructivo ejercicio de abrirse la cabeza mutuamente. Lo de ahora es más la bravuconería de la masa, y mejor así, pero no olvidemos a esos individuos que, de vez en cuando, la lían parda, y sostengo mi teoría de que precisamente porque no les gusta el fútbol, sino lo que éste ofrece como caldo de cultivo para personalidades antisociales. Y también es curioso que las películas más representativas de un deporte de tantísima repercusión mediática sigan siendo las que se centran en estos bárbaros, y no en el juego en sí. Como si de un film de gangsters cualquiera se tratase, la idiosincrasia de los hooligans termina por imponerse en la pantalla y, llegado el momento, casi nos da igual si la cosa iba de fútbol o de cricket. THE FOOTBALL FACTORY adaptaba una novela de John King que narraba la reconversión de un hooligan del Chelsea tras una brutal pelea con sus "rivales" del Millwall; y aunque la película tiene su ritmo y sus buenas intenciones, la verdad es que peca, curiosamente, de tímida, y en lugar de ahondar en las cloacas de estos parásitos sociales prefiere quedarse en la superficie. Las escenas de las peleas están bien rodadas, tienen ritmo y energía, y las localizaciones son tremendamente fieles; lo que falla es lo que parecía más fácil, pero siempre es mucho más complicado tener profundidad psicológica, intentar entender por qué el fútbol genera comportamientos tan alejados de lo que pretende ser: un evento deportivo.
Saludos en un derby.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!