lunes, 6 de febrero de 2012

De la indefinición al terror



Dato conciso e irrefutable: De todas las películas que he visto últimamente, y con dos o tres honrosas excepciones, puede que sea MY JOY la que más (y mejor) me ha descolocado, y esto es algo que no ocurre muy a menudo. MY JOY (SCHASTYE MOE) estuvo nominada a mejor película hace un par de años en Cannes; me sorprendería que hubiese ganado, y no por falta de calidad, sino porque lo que cuenta, y sobre todo cómo lo cuenta, está destinado a molestar por sistema y de una forma nada agradable. Empieza el film de Loznitsa como un mazazo: un cuerpo anónimo es lanzado a un agujero y rellenado con cemento. Zas y en toda la boca. Siguiente: un camionero no logra avanzar a causa de un enorme atasco, sus "colegas" se emborrachan y llevan prostitutas, apenas niñas, a sus cabinas. Empezamos a penetrar en la Rusia profunda, la que no le importa a nadie. Intenta llevar a una joven a su casa, pero sólo consigue que ésta lo acuse ante las miradas amenazadoras de los pueblerinos; hacer el bien no está bien visto. Mejor irse. Al llegar a un puesto de control, dos policías lo detienen; delante suyo tienen detenida a una mujer. La actitud de los policías es extraña, hacen bromas a su costa y lo amenazan; al mismo tiempo, ve cómo el otro policía sube con la mujer al puesto de control. Logra salir de allí por casualidad, pero sólo será la puerta de entrada al infierno. El camionero se pierde y hace noche en mitad de un bosque; un grupo de asaltantes intenta robarle la carga... y ya no cuento más, porque me cargaría la película, pero es que no he podido resistirme al poder descriptivo de las imágenes de Loznitsa, de las cuales la idea fundamental es dar cuenta de la sordidez imperante en cada rincón de un país condenado a autodegradarse en una espiral de abusos, miseria, hipocresía y egoísmo sin límites. MY JOY parece una road movie postmoderna, un poco al estilo de los Coen, pero tras sus turbias imágenes descansa un animal herido esperando el tiro de gracia; exactamente igual al desastroso devenir de su protagonista, quizá el único hombre decente, se nos presenta un panorama sin esperanza, sin rumbo, como un mal sueño que se prolonga en el tiempo. Su narración circular no deja ningún asunto cerrado, antes al contrario, el mal (un mal en estado puro que alcanza su máxima expresión en sus angustiosos minutos finales) se convierte en un ente infeccioso, vinculante; la película termina pero el mal cuerpo persiste incluso tras la extraña belleza de las imágenes de un director, Sergei Loznitsa, al que creo que habrá que seguir muy de cerca de aquí en adelante. Altamente recomendable.
Saludos insatisfechos.

2 comentarios:

Cinemagnific dijo...

Oye, no la he visto, y suena interesante y transgresor. Me gusta este cine. Otra apuntada.

dvd dijo...

Muy buena película, pero nada complaciente; es dura dura...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!