lunes, 28 de marzo de 2011

Atisbo de crepúsculo



Que RIO LOBO no es una gran película lo piensa casi todo el mundo, sobre todo lo piensan los que hemos amado incondicionalmente el cine de Howard Hawks y, evidentemente, sus westerns. Pero hay algo en lo que debemos detenernos para comprender qué impulsó a Hawks a acometer, ya en 1970, el que iba a ser su último proyecto maquillándolo en clave de "cierre de trilogía", algo que no sólo me niego a aceptar como establecido, sino que apenas atiende a tres o cuatro esbozos mitómanos, de esos que tanto gustan por la blogosfera y antes eran comidilla de filmoteca. RIO LOBO es un western correcto, serio, bien facturado, pero sin alma ni sangre, el plasma suficiente para tenernos pegados a un respaldo mientras los dioses hacen su trabajo; los dioses aquí no aparecen por ninguna parte, porque John Wayne, a aquellas alturas, no podía sostener él solo todo un tinglado que oscilaba peligrosamente de lo chusco a lo romanticón/calenturiento ("Los tiempos estaban cambiando", que cantaba otro), y aquello olía decididamente a naftalina prematura. Sin embargo, digo yo que si a Clint Eastwood lo hemos elevado a los cielos por regodearse encima del cadáver del género por excelencia, a Hawks, que siempre estará un peldaño por encima del de Frisco, podríamos concederle al menos que, ya con sus buenos 74 años, viese claramente que ni el western ni el mismo Hollywood podía volver a ser lo que un día fueron.
Y luego está la película, que es entretenida, un poco triste, sus chistes apenas tienen gracia y hasta los malos parece que mueren sin mucho entusiasmo, además de volverse un poco moñas y dedicarse a hacer lazos con sus supuestos enemigos. Ni siquiera creo que fuese una especie de homenaje al ejército Yanqui y sus "elevados principios morales"; su única verdad habría que buscarla donde nadie lo hace, que es en esa especie de correspondencia soterrada con la que Hawks hace algunas bellísimas referencias a John Ford. Lo veo en cómo rodó esos espectrales contraplanos desde los umbrales, en cómo se detuvo un poco más de lo normal en la caída de los héroes tras constatar que, efectivamente, aquellas puertas ya no daban a ninguna parte. Hawks siempre, sí, pero... ¡Hay tantísimo Hawks!...
Saludos lupinos.

2 comentarios:

David dijo...

Uuuuummmmm.
No. Salen unas chicas muy monas, pero la peli es malilla. Discúlpalo con la edad, con que la cosa no era lo mismo, lo que quieras... Pero el bajón que da esta en comparación con las dos anteriores es ENORME.
Ah! Yo me quedo con Río Bravo, pero puedo hasta entender que haya otros que prefieran El Dorado... Lo que no entendería es que alguno me dijera que prefiera esta a alguna de las otras dos.
Un saludito.

David dijo...

Decididamente una obra menor del maestro. Pero como todo el cine de Hawks siempre tendrá un sitio en mi corazoncito.
Un crepuscular saludo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!