sábado, 26 de marzo de 2011

Epítome readaptado de una obra ajena



MAD DOG AND GLORY es una curiosidad, una rareza; la película que le hubiese gustado rodar a Martin Scorsese pero que sólo se atrevió a producirle a un John McNaughton con las puertas de Hollywood abiertas de par en par tras su demoledor y aclamado debut, HENRY... Con un reparto de lujo, que contaba entre otros con un trío de ases formado por Robert De Niro, Uma Thurman y Bill Murray, MAD DOG AND GLORY es un policial que se adentra en la comedia sentimental, o quizá es una comedia con contundentes ramalazos de cine negro, u otra cosa aún por definir... Sí, lo que a Scorsese le sale tan bien y que, para definirlo de alguna forma, llamamos "sello personal". McNaughton no es Scorsese, y eso tiene su lado bueno y su lado malo; por una parte, te permite usar los códigos del maestro sin imitarle, por el otro, si caes en la imitación harás un ridículo seguro, algo que este extraño film roza durante todo su metraje.
Esta es la historia de Mad Dog, un policía apocado y solitario que una noche, buscando al sospechoso de un asesinato callejero, y en una improbable carambola, le salvará la vida a Frank Mylo, un hampón cínico y elegante cuya pasión son los monólogos cómicos. Mylo, en deuda con Mad Dog, invitará a éste a su club de monólogos, donde conocerá a Glory, que trabaja de camarera. Glory se convertirá en "el regalo" que durante una semana saldará la deuda contraída por Mylo, pero todo virará a oscuro cuando Mad Dog se enamore perdidamente de Glory, que le revelará que se encuentra asimismo saldando la deuda de su hermano casi como una esclava de Mylo. Así, MAD DOG AND GLORY transita por momentos de enrarecido patetismo y momentos decididamente surrealistas, como el matón que bebe Chivas con leche, los monólogos de Murray exclusivamente por y para mafiosos o la estrambótica pelea final entre dos improbables camaradas, un policía y un capo, lo que constituye una reducción al absurdo mucho más audaz de lo que Scorsese haya rodado hasta ahora al respecto ¿Fue, por tanto, John McNaughton no más que un conejillo de indias, un "probador"? No lo sabremos, pero sí sabemos que su errabunda carrera se despeñó a partir de entonces. Aun así, se trata de un título a reivindicar 18 años después de su estreno, por su carácter marciano y la cantidad de obstáculos de las que parten sus muchas e interesantes ramificaciones y conexiones.
Saludos locuelos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
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