martes, 1 de marzo de 2011

Una tenaz sensación de solidez



No, no es usual ni mucho menos hablar de una película española en los términos que uno baraja después de ver una impresionante película, que es, ni más ni menos, lo que es PA NEGRE. Que Agustí Villaronga es desde hace tiempo uno de los nombres imprescindibles de la cinematografía patria, es algo de lo que nadie se había enterado a lo largo de veinticinco años; han tenido que premiar al mallorquín (y su puyita autodenominándose con fingida sorpresa "rarito" es absolutamente genial por su sutileza) en un certamen desquiciado y desquiciante, para que los que le habían mantenido en un segundo plano hayan sucumbido a su poderoso discurso narrativo, sin igual en nuestros días. Ahora, la película.
PA NEGRE se abre con una de las secuencias más brutalmente mejor rodadas de los últimos tiempos; dinamismo, tensión, incertidumbre y sentido del ritmo se dan la mano en dos minutos que dejan al espectador literalmente clavado en la butaca y le preparan para lo de después. Puro cine. Y lo de después es un retrato implacable de las miserias que se movían en las tripas defecantes de la posguerra; sin un  gramo de sensiblería, Villaronga propone (la novela de Emili Teixidor como elemento cohesionante) la amarga pérdida de la inocencia de un chaval (muy buen trabajo del joven Francesc Colomer), que va descubriendo un mundo nada complaciente, donde nada es lo que parece y el miedo y la sumisión oprimen a un entorno social asfixiante, cerrado sobre sí mismo. No se trata de "otro tostón sobre la guerra civil", sino de una visión muy personal acerca de cómo mutan (siempre a negro; el negro es omnipresente en el film) los aspectos sociales, de por qué las cosas ocurren como ocurren, y en este sentido el marco desolado de la pobreza aplastada por una maldad, que proviene de lo más primario y que apenas admite razonamiento, aparte de desarmar a un espectador que no se encuentra con lo que ilusamente esperaba, supone un interesante contrapunto para quienes creían que todo estaba dicho sin esperar la voz de los autores, los que de verdad lo son y apenas han podido alzar su autorizada voz por encima del lodo que cada año nos inunda las pantallas. Y mención aparte merece el trabajo de los actores, pues si los niños en general están todos más que aceptables, el tour de force que se establece entre Nora Navas (espectacular en algunos pasajes), Sergi López, Marina Comas, Eduard Fernández y una Laia Marull que tarda en aparecer pero que se come la pantalla a bocados, hacía tiempo que no lo veíamos, y bien que lo agradecemos ¿La película del año? Siguiendo una serie de parámetros de los que tanto nos gusta seguir, sí, por supuesto, pero PA NEGRE es, hablando claro, la merecida bofetada de Agustí Villaronga a un país y unos académicos que le han ninguneado durante demasiado tiempo. Mi aplauso para él.
Una rebanada de saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!