viernes, 19 de junio de 2009

El placer de escribir sobre cine

Es así. Antes está la película, evidentemente; esto que hacemos tiene menos importancia. La suya, pero menos. Aun así, a veces, es un placer.
Hoy doy cuenta aquí de una cinta de esas que, por encima de cualquier otra consideración, deben hacerse. THERE WILL BE BLOOD es necesaria, y más aún ahora mismo; y es única en su especie, un leviatán que no hubiese tenido sentido hace cincuenta años, sólo a lo mejor un Griffith... Confieso que Paul Thomas Anderson no es un cineasta que me fascine, es demasiado bueno y metódico para ello; ahora bien, esta película es más que una cima, es un microcosmos autosuficiente al que no le hace falta mirar a otros autores (hablemos sin pudor de autoría; Anderson no es Wyler), aunque si me tuviese que mojar diría que Ford, de momento, es intocable, yo miraría a otro lado, a Kubrick. E intentaré explicarlo.
Los primeros minutos de THERE... son pura fascinación por el cine mudo, apenas unos cuantos ruidos; hombres trabajando en silencio, contra la roca, a vida o muerte. Fascinante. Luego hay un transitar de más de dos horas muy complicado de mantener en pie; la película flojea, es inevitable, Anderson se la juega en cada fotograma. Daniel Day-Lewis es el único Daniel Plainview posible y probable; te irritará, te engañará, te hará amarlo con lujuria y odiarlo con auténtico asco; Plainview es América. América. Sabes que si no hubiese sido de esta forma los amos del mundo serían otros; e insisto: es algo que repele y atrae a partes iguales. THERE... es la verdadera película "anti-Obama", no juega en la liga del nuevo y popular presidente, ni siquiera necesita oponerse a él, su rotundidad habla por sí sola. Quizá Day-Lewis sea demasiado grande y su sombra no permita desarrollarse a otros personajes, sobre todo a ese improbable predicador interpretado por el joven Paul Dano, pero también al excelso Ciaran Hinds, aquí inédito. Pero sigue dando igual, hablábamos de Kubrick; la escena final es una trampa mortal, lo mejor que he visto en décadas. Esa escena final, donde todo está metronomizado, es inesperada en su exactitud, un juego que pone a prueba la capacidad cinéfila del espectador ¡Es Kubrick, dios mío! Muy poco podría yo añadir desde aquí, sólo que habrá que evaluar su influencia de aquí a algunos años, quizá hasta el próximo trabajo de su director.
Si ya están hartos de mediocridad, aquí hay una obra que no les dejará indiferentes; es barroca, es insoportable..., es genial.
Saludos desde el pozo.

3 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Absolutamente genial. Y lo dice uno al que "Magnolia" aburrió y sonó forzadamente profunda que, además, tenía como último recuerdo interpretativo la sobrada, excesiva y molesta actuación de Daniel Day Lewis en "Gangs of NY".
Pero ese arranque. Luego oímos a Brahms a Part. Esa fotografía...
Divina. Merecidísimo Oscar para el protagonista que está maravillosamente histriónico.
Esta película es fascinante.
No sentía nada parecido desde los Days of Heaven de Mallick.
I´m finished.

Dr. Quatermass dijo...

Aqui mi comentario
Aunque imperfecta, también me parece cine con mayúsculas, y su valentía y ese final pagan por los excesos de su metraje. Si señor.

Saludos!

Paula Lago dijo...

Uy nunca sabía si verla o no. No sé porqué, ahora me has hecho decidirme!.
Me encantó conocer tu blog, pasaré más seguido!.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!