jueves, 25 de junio de 2009

El amor de una bestia

Algunos de ustedes dirá que vaya emperre que llevo con los vampiros de los cojones... Pues sí, puede; lo que pasa es que en el monográfico intenté salirme por la tangente sin mencionar lo obvio y, además, la de hoy me parece un caso único, por su cosmogónica visión del mito como por suponer cierto "canto del fénix" para su autor, como luego ha terminado por demostrarse.
Pero, fundamentalmente, BRAM STOKER'S DRACULA es una grandísima película a la que sólo un genio como Coppola podría haber dado forma sin convertirla en otro TITANIC. Un ambicioso proyecto, irregular, expresionista, excesivo, renovador, clasicista... único dentro de los cientos de trabajos sobre el mito vampírico. Y con un añadido: Oldman aparte, las interpretaciones no revisten mayor importancia; podía haber sido cualquiera, Reeves y Ryder eran las estrellas del momento y Hopkins tampoco sale mucho, pero da igual. Sólo haber tenido la suerte de ver a Gary Oldman en estado de gracia, en el papel de su vida, donde todos sus tics y poses adquieren un sentido necesario, ya es otra cosa. Oldman sostiene él solo todo lo que el film tiene de importante y lo salva de la autocomplacencia; todas sus caracterizaciones han pasado a la historia y han marcado cierto camino a la hora de enfrentar un personaje que aquí se revela en todo su barroquismo. Y es que este Dracula es un monstruo aterrador que se enamora y toda la segunda mitad del metraje está enfocada a mostrarnos su condena, pues su amor, pese a ser inmortal, es imposible de realizar. En una película tan metamórfica como ésta, los que la adoran lo hacen por muy distintas razones; unos eligen la espectacularidad del primer y anciano vampiro, donde Coppola fusiona valientemente a Nosferatu y a Lugosi, mientras que otros prefieren una segunda parte con el vampiro rejuvenecido y seductor y la lucha de éste por quedarse con una Winona Ryder igual de sosa que siempre. Yo, personalmente, creo que técnicamente es deslumbrante, pero me encanta ese destello de humanidad tan característico de Coppola que le permite no hundirse con tanta solemnidad y, para los que leen entre líneas, avanzar muy subrepticiamente en qué iba a convertirse este grandísimo director de cine: un tipo que, aun renovando al cansado Hollywood, hizo que éste recuperara su antiguo esplendor, para acabar cansado de ese sistema y abrazar una visión más europea del espectáculo; y sus dos últimos trabajos dejan esto muy a las claras.
¿Una obra maestra contemporánea? Por supuesto.
Saludos eternos.

4 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Espectaculares diseños de vestuario de Eiko Ishioka, uno de los pilares básicos en los que se asienta esta maravilla.
Otro gran puntal es la música del maestro Kilar.

marguis dijo...

Creo que muestra las raices del vampirismo romantico tan de moda ahora mismo. Lástima que ahora se dejen todo el misterio, el terror y la siniestralidad que acompaña al mito (y a esta excelente película) y se queden con lo del amor inmortal y las miradas ñoñas.
Y ahora que lo dices no se cual me gusta mas, si el Gary Oldman de la primera parte o el de la segunda, lo dejaré en un empate...

Paula Lago dijo...

Totalmente de acuerdo, una verdadera obra de arte. Me fascina que se focalice (bastante fiel al original) en la gran seducción que es capaz de despertar este ser y sin caer en ñoñerías como bien dijeron.
Son esos films que no cansan nunca de ver. Oldam primero o segundo,joven o viejo?? caray yo también me quedaré pensando cual!.XD

Groupiedej dijo...

Maravillosa, maravillosa...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!