martes, 11 de diciembre de 2018

Un verano infernal



Soy de los que opinan que el milagro del cine griego es (junto, posiblemente, al rumano) lo mejor que le ha pasado al cine europeo en lo que llevamos de siglo. Igualmente, ya venía demandando algún cambio de registro significativo que operara el doble salto mortal de reinventar lo ya inventado. Y puede que el camino a seguir se encuentre, como suele suceder, en un título menor (vaya el adjetivo entrecomillado), porque en lo inesperado habita la sorpresa. SUNTAN (BRONCEADO, en español) arranca como muchas películas griegas lo hacen, impregnándonos de esas atmósferas de silencios y miradas, mostrando lo íntimo del campo abierto o con mínimos diálogos, puntuados por graves sentencias. Pero no va por ahí la cosa, ya que la intención de Argyris Papadimitropoulos (tras un lejano debut poco prometedor) consiste en la sobreexposición a varios niveles de su protagonista, un taciturno y apocado médico (excelente Makis Papadimitriou) que es destinado a una pequeña isla en pleno invierno, cuando ésta se encuentra casi deshabitada y sometida a la rutina más intrascendente. Sin embargo, la llegada del verano la convierte en un desatado hervidero de turistas, en su mayoría jóvenes, que buscan lo que la isla ofrece, desenfreno sin restricciones. Así, este hombre entabla amistad casual con un grupo de jóvenes de diversa procedencia, y su gris vida da un giro radical. Sin ser consciente de la insalvable distancia que le separa de ellos, se convierte casi en una mascota, un tipo excéntrico que imita un comportamiento que en nada le pertenece, pero que terminará por absorberlo destructivamente, mientras experimenta una obsesión enfermiza por una de ellos, que, como no podía ser de otra manera, no puede acabar bien. Es ahí donde el director remonta con brío el film, desenfocándolo de toda luminosidad y volviéndolo a incrustar en una vorágine final que roza el nihilismo, y que eleva un tono general que siempre tiende a la irregularidad.
En mi opinión, una sorpresa y la constatación de que el cine griego sigue gozando de una estupenda salud.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!