sábado, 22 de diciembre de 2018

Morir la vida



No se puede mejorar a un narrador como Julian Barnes, no narrativamente al menos. Es lo primero que viene a la cabeza tras ver la adaptación de THE SENSE OF AN ENDING, tan sólo para constatar que efectivamente es una misión imposible tocar el hueso de una historia repleta de capas de significado. En manos del guionista Nick Payne y del director Ritesh Batra, el relato queda despojado de toda complejidad y se limita a almidonar con suma amabilidad lo qie apenas pugna por salirse de los márgenes del recuerdo sensorial de un hombre que enfila su última etapa vital. Es terrible confundir a Barnes como un escritor "generacional" (sea eso lo que sea), porque se perderían muchas de sus ricas texturas e interconexiones intelectuales, puede que en pos de algo mucho más simple, como lo descrito más arriba. Si nos olvidamos de la fuente original, sin embargo, puede que disfrutemos un film correctamente escrito y realizado, que se beneficia de la sutil interpretación del gran Jim Broadbent, y que transita del tiempo presente hacia el de los recuerdos con algo parecido a la sensibilidad. Sin ser intrascendente, se trata de una película menos hiriente de lo que debería ser, y quizá no vaya más allá de un visionado sin mayores complicaciones. Yo, como gran seguidor de la obra de Julian Barnes, la desmarcaría del texto y simplemente me dejaría llevar por una realización sin fisuras, aunque nunca se atreva del todo a echar un vistazo real al interior de alguien que atisba lo cercano que está el final.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!