martes, 23 de julio de 2013

Tal como eran (otros)



Jeff Kanew fue (aunque "dirigió" un trasunto de bazofia hace tres años) uno más en la legión de directores de cine norteamericanos a los que un estudio les apostaba un presupuesto ni muy bajo ni muy alto con la esperanza de dar un pelotazo superrentable; lo logró con REVENGE OF THE NERDS, que aún hoy es de lo más digno que he visto en comedias despendoladas/universitarias, así que la Universal le hizo otro encargo al año siguiente, similar aunque con sus infulillas. GOTCHA! empieza como una película de espías, con gente persiguiéndose con una pistola en la mano... sólo que todo responde a un juego que se ha puesto de moda en una universidad de esas que sólo existen en Yanquilandia y que viene a ser una variante del paintball en lugares públicos (... esos locos ochenta...). Como no puede ser de otra manera, el protagonista (Anthony Edwards con flequillazo rubio y en plan ligón... ¡increíble!) realiza un viaje a Europa con el dinero de los papis con la intención de beneficiarse de alguna europeílla descarriada, y esas cosas que pensaban los americanos... Total, que hilando fino fino la pantomima mostrada al principio terminaba por cobrar realidad, aunque el tono general nunca se decidiese a abandonar una jocosa suavidad formal. Eso sí, en aquellos años se echaba mano de Linda Fiorentino (uf!), y no de una pipiola cualquiera; y esta señora, que aparte de magnífica actriz y gran femme fatale, era una rica cosa, eleva el dichoso tono general hasta cotas que ni Kanew ni nadie hubiese podido esperar. Fiorentino se apodera literalmente de la película, y los (pocos) mejores momentos son los que la muestran como una espía misteriosa y manipuladora que succiona (y, amigos, la palabra es ésa) el alma, el protagonismo y alguna otra cosa al apocado Edwards, que se dejaba hacer sin miramientos. El guion, es cierto, es una barrabasada que no hay por dónde sacarle un gramo de veracidad, y hay momentos sonrojantes, pero se trata de un producto comercial con su dignidad; un film muy olvidado y que aunque tuvo su cuota de taquilla (estratosférica comparada con la de hoy en día) no fue todo lo popular que se pretendía, e inició el desastroso devenir de este director, algo que, francamente, tampoco nos ha preocupado en demasía...
Saludos pillados.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!