sábado, 27 de julio de 2013

Intención y resultado



Me resulta muy fácil establecer un juicio crítico sobre una película como THE FEVER, una incomprensible producción de 2004 de la HBO (lo que confirma nuestras sospechas de que la brecha entre televisión y cine sigue existiendo) que, con la ingenuidad que sólo un ignorante puede mostrar, enarbola un discurso dogmático y adoctrinador que desemboca inevitablemente en un lamentable espectáculo del "buenismo" que es de lo más sonrojante que he visto últimamente. Son conocidas las filiaciones políticas de la actriz Vanessa Redgrave, aunque desconozco si ello la ha llevado a un estado de contrición tan agudo que la obligue a pedir perdón incluso por cosas de las que probablemente no sea responsable. En fin, cada loco con su tema, pero de ahí a dramatizar (poner en escena) los desmanes de la globalización capitalista como si estuviésemos leyendo un manual evangelista... Hombre, hombre; que ya tenemos un bagaje, oiga. La señora Redgrave sale haciendo de mujer mayor que de repente se arrepiente de haber vivido a todo trapo, yendo a fiestas de postín y gastando dinero, en lugar de comprarse una columna y establecerse en el desierto para meditar sobre lo divino y lo humano... De acuerdo, cada cual tiene derecho a expresarse como le venga en gana, pero lo que roza el ridículo es que para ello se sirve de unos amiguetes de probado izquierdismo, como Michael Moore, con el que tiene una conversación de una idiotez sin límites, y la guinda: nada menos que Angelina Jolie (sí, sí!!) haciendo de partisana clandestina de un país de por ahí que ocasionalmente se viste como la virgen María para ir a rezar por la liberación de su pueblo oprimido. E insisto: una cosa es la intención que cada uno pueda albergar en su interior, y eso no lo discuto, pero si la señora Redgrave y su séquito, una vez terminada esta cosa, no han sentido vergüenza del resultado, entonces puede ser que tengan un serio problema de percepción.
Saludos despolitizados.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!