viernes, 14 de diciembre de 2012

El pulso para trazar la semblanza de un maestro



Sí, es cierto; los Viernes ya no volverán a ser lo mismo sin Yasujiro Ozu. Ha sido prácticamente un año dedicado a rendir tributo a uno de los creadores más personales e influyentes de todo el siglo XX, un director cuyo mejor imitador fue él mismo y que, aparte de su inmenso talento, poseía cualidades tan resaltables como la lealtad, el sentido del humor y una gozosa visión de la vida que le llevaba a creer ciegamente en el ser humano. IKITE WA MITA KEREDO: OZU YASUJIRÔ DEN, fue el necesario y emotivo homenaje que Ozu recibió póstumamente en forma de extenso mapa documental, que se va desplegando poco a poco, desde su temprana llegada a la Shochiku con sólo 20 años; pero también centrándose en aspectos poco conocidos como la difícil relación que tuvo con su puritano padre, el tiempo en que fue maestro de escuela o su querencia por la soledad en las montañas, donde dedicaba gran parte de su tiempo a escribir poesía. Se nota en cada entrevista la devoción que le profesaba cada actor, cada técnico, cada ayudante; siempre recordándolo con gran respeto y aludiendo a ese indescifrable halo de misterio que rodeaba su figura. Ozu no fue un director común, como tampoco fue una persona común; y sin embargo, deslizándonos por su filmografía como hemos hecho este año, uno encuentra muy presente ese humanismo sin condiciones, tan a ras de suelo como la cámara, ese punto de vista genuinamente "Ozu" que nunca mira al hombre desde una posición elevada. Magnífico documental y precioso broche de oro a una figura que con el tiempo parece haber abandonado el estatus de simple director de cine (algo que sólo le ocurre a los muy grandes), para quedar en el imaginario universal casi como una corriente de pensamiento, un cine "de las personas" que se revela tan necesario a día de hoy, que tan devaluados tenemos los conceptos morales. También Ozu nos habla(ba) desde sus imágenes de la opresión, la injusticia y de cómo el hombre siempre encuentra una salida a sus padecimientos; tanto da una situación 50 años adelaqnte o atrás, desgraciada o afortunadamente, el único camino sigue siendo mirar hacia adelante. Viviendo, habiendo vivido, pero...
Saludos.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Personales sí. Influyentes, yo creo que no.
De todas formas, me quito el sombrero por el esfuerzo demostrado y enhorabuena por el resultado. Me hubiera encantado haber sintonizado con la sensibilidad ozuiana para haber podido comentar un poquito más.
Para mí la metáfora de la vista del mundo a la altura del tatami siempre tuvo un significado cultural y no moral.
Con lo del imaginario universal, te refieres al microuniverso de los admiradores de Ozu, ¿no?.
En fin que pese a no interesarme la filmografía de este señor, me he tragado todos tus ozu-posts como un campeón. Cosas de las amistades cibernéticas.
¿Qué crees que hubiera pensado Ozu a este respecto?.

dvd dijo...

Ozu tuvo que ser un cachondo, seguro que se hubiera tomado unas cañas con nosotros... Ahora mismo estoy dudando sobre qué cineasta ha vertido más litros de alcohol en la pantalla, si él o Ford...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!