lunes, 3 de diciembre de 2012

La soledad del asesino 7



Jim Jarmusch... Jarmusch con Forest Whitaker... Whitaker sin Jarmusch... Finalmente vamos a tener que creernos que existe algún tipo de subgénero escondido que no conocíamos hasta este serial, escindido por circunstancias de fuerza mayor, y que retomamos hoy, y durante lo que queda de semana (Ozu mediante, por supuesto), para seguir narrando qué ha dado de sí en el cine la figura del asesino a sueldo, sus soledades, fobias y problemas derivados de una actividad tan inusual y cuestionable como fascinante. Y hemos empezado así porque, efectivamente, Forest Whitaker, un actor con un físico poco propicio para encarnar a un asesino, ya se embutió en la piel de uno ocho años antes de su "perro fantasma". Fue en la extraña, modesta y por momentos fallida DIARY OF A HITMAN, de un tal Roy London, actor de Broadway para más señas, y que tuvo la desgracia de fallecer víctima del SIDA sólo dos años después de su primer y único rodaje como director. Mirando de reojo la sorna de los hermanos Coen y con algunos ramalazos del humor de la popular ANALYZE THIS, se nos cuenta aquí la estrambótica peripecia de un asesino a sueldo que tiene una pérdida progresiva de visión, lo que le obligará a realizar un último trabajo bien pagado que le permita retirarse sin agobios. El trabajo en cuestión será eliminar a la esposa de un tipo en su propio apartamento para que éste se ahorre un costoso divorcio; la gracia de la trama será conseguir que Whitaker, que va oscilando desde la consulta de su psicoanalista a su "conseguidor" habitual de "contratos", una vez llega al susodicho apartamento no sólo no lo tenga fácil para finiquitar el encargo, sino que progresivamente vaya cayendo en la cuenta de que quizá todo sea un elaborado engaño. Nombres muy conocidos alrededor de un Forest Whitaker que, sin la imponencia de trabajos posteriores, es el centro gravitatorio de este pequeño film; por allí estaban el "casavettiano" Seymour Cassel, una irreconocible Sharon Stone, aquella estrella que quedó en nada llamada Sherilyn Fenn y hasta el inefable James Belushi, de quien me apuesto que pagaba por salir en cualquier sitio... Se ve, se olvida y a otra cosa; un producto típicamente noventero (es de 1991) sin mucha chicha, pero que he querido incluir aquí por su extrañísimo concepto de la figura del asesino a sueldo.
Saludos en el punto de mira.


No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!