miércoles, 5 de diciembre de 2012

La soledad del asesino 9



En un giro radical en cuanto a lo que el cine venía ofreciendo en materia de asesinos a sueldo, el francés Luc Besson tuvo la desvergüenza de vendernos a una yonqui a la que el gobierno (aunque esto no queda muy claro) "salva" de morir, después de que fuese condenada por matar a un policía, aunque sus intenciones fuesen hacerla pasar por muerta, adiestrarla como un asesino de élite y enviarla a misiones suicidas... ¿Ustedes se lo creen?, yo tampoco; y sin embargo, NIKITA funciona no sé muy bien por qué. Será que Besson ha sido uno de los mejores directores a la hora del "(casi) todo vale"; o que sus imágenes, su misma concepción formal del cine, pese a no contar nada nuevo, bien pareciera ofrecerno algo no visto antes. El caso es que el director francés, que sólo un poco más tarde refinaría esta historia con uno de sus personajes más memorables, el interpretado por Jean Reno, ha cimentado toda su obra en estos aspectos: el riesgo y la inventiva. Sólo así NIKITA pasa de ser una demencial castaña a una película demencialmente entretenida. Aunque, digámoslo ya, esa improbable asesina, casi una salvaje adiestrada que termina teniendo exquisitos modales, encuentra perfecto acomodo en la difícil belleza de Anne Parillaud, una actriz de rasgos cambiantes y querencia al escapismo, que es puro magnetismo. Ni frágil ni fuerte, Parillaud pasa de mostrar sus curvas a retorcerse en toda su fibrosidad para escapar de sus perseguidores ¿Acaso importa que la película no se la crea ni el que la hizo, cuando la realidad nos indica que nadie antes se atrevió a dibujar un personaje así? Pues eso...
Saludos fatales.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!