jueves, 6 de diciembre de 2012

La soledad del asesino 10



Poco, o casi nada, se puede decir del innecesario (creo que es la palabra adecuada) remake que la Warner, previo millonario desembolso por los derechos de Luc Besson, le encargó al siempre obediente John Badham. POINT OF NO RETURN, que fue el título con el que se estrenó en Yanquilandia, posee esa rara cualidad, un poco paleta, del peor cine comercial estadounidense que, no se sabe muy bien por qué, busca cierta virtud en el europeo, encontrando sólo una ridícula mímesis. Es decir: copia la forma, la reproduce, pero es incapaz de indagar sobre el espíritu que contiene. No es sólo que Bridget Fonda sea sosa e inadecuada; es cierto que los personajes, apenas esbozados, contribuyen al desmadre general, pero hay mucho más (o menos) a lo largo de una película soporífera, inocua y finalmente desacreditadora. Ni siquiera la inclusión de Harvey Keitel al final, adelantando el inmortal personaje que Tarantino le escribiría sólo un año después, consigue que salgamos del estupor de esta nadería repleta no ya de lugares comunes, sino directamente sobados. No es que técnicamente esté mal hecha, es que a Badham (pero esto es una constante en su cine) pareciese que le estaban dictando cada paso del rodaje y él sólo se limitase a decir "acción"... No, no la recomiendo; y sólo la pongo aquí porque... bueno, no sé por qué carajo la he puesto, la verdad...
Saludos no retornables.


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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!