viernes, 21 de diciembre de 2012

El mito de Fausto 3



Guardaba yo, en la inmensidad de mis recuerdos infantiles, una especie de esbozo de recuerdo, casi un boceto mental, de una película, o así lo creía yo, de la que sólo el nombre me aparecía cristalino; algo sobre "Fausto", sin duda. Al preparar este monográfico, mi sorpresa fue revisar una olvidadísima cinta británica, la única en la que en sus créditos puede encontrarse al actor Richard Burton en labores de dirección; aunque, si nos atenemos a la verdad, su responsabilidad fue compartida con el escritor y dramaturgo Nevill Coghill, que enseñaba en Oxford. De DOCTOR FAUSTUS me quedan dos sensaciones extrañas y no necesariamente complementarias; la primera es que no ha envejecido nada bien (es de 1967), porque su tono, a mitad de camino entre las producciones de la Hammer y el mismo teatro filmado, tan prestigioso en la BBC, se queda en una flojedad de intenciones casi rozando la pedantería. Otra cosa es su dubitativo tono, ahora cómico, ahora terrorífico... Eso sí, mucho "Where art thou..." ultrarecitado, mucha mirada perdida al infinito, y la presencia eclipsante de Burton, verdadero motivo de una película que él mismo se encargó de representar en teatro un par de años antes junto a su esposa, una Elizabeth Taylor más pétrea que nunca, hasta el punto de (y si no, corríjanme) suponer su único papel en el que no tiene ni una sola línea de diálogo... Con todo esto, DOCTOR FAUSTUS no pasa de una curiosidad muy curiosa, con sus ramalazos pop (era la época) y la constatación de que cualquier tiempo pasado, si fue mejor, es preferible no invocarlo cual demonio burlón...
Saludos.


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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!