jueves, 1 de noviembre de 2012

La paja en la mano ajena



... o "Enredos sin familia"... o "Buscando a mami desesperadamente"; que podrían ser títulos perfectamente váidos para la clase de película que Rodrigo García se empeña en contarnos una y otra vez; no para la película en sí, que cumple su cometido de "no pasarse demasiado pero soltando la melena de vez en cuando". Vale, a lo mejor es que García debería seguir los pasos de su padre y ponerse a escribir en lugar de filmar, porque creo firmemente que lo único que le falta a sus tremebundos dramones para terminar conformando una gran película es precisamente eso, más escritura. Y lo digo porque García no es ningún mago de la imagen, y su sentido de la austeridad necesita rabiosamente del guion. El guion es suyo en MOTHER AND CHILD, y se nota. Está muy bien eso de ensalzar el sentimiento materno, cómo fluye en según qué personas y cómo otras simplemente lo suprimen por su propio interés, pero vayamos al asunto. El casco que chirría es cómo diablos va a ingeniárselas el guionista/director para hacer creíble que todo lo que cabe en dos horas está íntimamente conectado pese al poco contacto "real" de sus personajes, supeditados al siempre difícil reto de la coralidad. La película coral puede tener dos vertientes: la "carveriana", donde la calidad del guion no necesita que sus personajes friccionen, tomando su fuerza narrativa precisamente de su carácter episódico (Altman lo hacía muy bien y luego lo copió P.T. Anderson); o también, la "berlanguiana", donde el carnaval está servido desde el primer fotograma, coreografiando una multitud de personajes en aparente caos, cuando el trabajo del director consiste en crear, ahí, toda la armonía posible. García se queda a mitad de camino, lo que le deriva hacia un folletín lacrimógeno de calidad; calidad que proviene de sus excelentes actores, capaces de salvar más de un momento de sonrojo. Pero también de una extraña cualidad que este ya-no-tan-joven director persigue imponer desde sus notables incursiones televisivas: el respeto al otro. Es loable, y muy complicado de encriptar sin caer en el manierismo; cuando lo consigue, García es un buen contador de historias; si se le va la mano, parece un charlatán de tres al cuarto.
Saludos materno-filiales.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!