lunes, 17 de octubre de 2011

Entre usted al vacío nuestro de cada día



Independientemente de su marcado carácter de serial killer movie, lo que de verdad remueve al espectador que ve RAMÍREZ, la ópera prima de Albert Arizza, es su inteligente y atildada disección acerca de la pérdida de valores en la sociedad urbana; y más, si lo circunscribimos a un círculo determinado y que no suele quedar demasiado a la vista: las clases altas, y más concretamente los rancios y decadentes cuasiabolengos de aquellos lejanos tiempos de títulos, propiedades y réditos. Es decir, que teniendo en cuenta la máxima de que ya lo hemos visto prácticamente todo en una pantalla, el golpe de efecto (magnífico, bajo mi punto de vista) consiste en ir desvelándonos morosamente de dónde sale ese cazador nocturno llamado Ramírez; frío, seco, calculador, que sabe retirarse si no cree que el éxito está asegurado, pero con una tendencia cada vez mayor a dejarse llevar por el olor de la sangre... ¿No les suena un poco a los tipos que nos han llevado a la crisis? Ramírez lleva un polo negro, cazadora de cuero, unas Ray-Ban Wayfarer y conduce un 4x4 impecable; "vive" en un impersonal apartamento sin muebles del centro de Madrid y no se le conoce oficio alguno, mientras que su beneficio lo obtiene del tráfico de drogas. Simple y efectivo, si no fuera porque lo que le gusta de verdad a Ramírez es subir chavalas a su 4x4, tener sexo con ellas y estrangularlas hasta la muerte. Es difícil establecer una motivación más allá del propio vacío existencial del protagonista, lo que queda patente cuando en un momento dado le vemos ir a una especie de palacete en las afueras, donde agoniza su padre, al que no se atreve a visitar directamente, quedándose en las escaleras. Con este escueto e inteligente giro, el director no sólo nos explica lo que su lacónico protagonista se resiste a soltar sobre sí mismo, sino que introduce la trama social, las insalvables diferencias de clases y esa especie de superioridad cargada de soberbia que Ramírez parece exhibir constantemente, con un gesto avieso que va desde el desprecio al desdén por lo que considera una especie de ganado a su servicio. No sé si calificar al film de "duro", he visto cosas mucho más impactantes, pero sí quería recalcar la insólita propuesta para tratarse de cine español (Quizá LAS HORAS DEL DÍA... quizá BILBAO...), una propuesta que, sirviéndose del cine de género, nos propone un repaso a las miserias de esta sociedad tan bonita en la que vivimos.
Saludos insomnes.

2 comentarios:

Lucifer, Becario del Mal dijo...

Noorr! Ni siquiera un banquero se convierte en psicópata por mas perverso que sea. Un banquero mataría por un céntimo, pero nunca de gratis!
Bueno como peli de psicópatas te la compro, hace tiempo que no veo ninguna, pero no creo (ni deseo ver) ninguna relación filosófica entre el vacío existencial y hacer empanadillas con la gente. saludos.

dvd dijo...

No, hombre, este no es banquero ni nada, sino un niño pijo consentido, caprichoso y solipsista... Seguro que conoce alguno...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!