lunes, 31 de octubre de 2011

Tarados S.A.



Francamente, me importa un bledo si Charles Manson se cargó a todo el mundo que dicen que se cargó, si sólo fue el ideólogo que impulsaba a otros a cometer los crímenes o si no era más que un desequilibrado que se apuntaba a todas las fiestas. Lo que me rechina de verdad es la relevancia que se le ha venido dando a un personaje que en sí es irrelevante, no más atractivo que cualquier chiflado que puedas encontrarte por la calle. Teorías, conspiraciones y un poso de poca vergüenza es lo que me transmite este tipo de insinuaciones sobre la inexplicable ascensión hacia los mitos del siglo XX de un hombre al que se le pilla el truco en cuanto se le hacen un par de preguntas de fácil respuesta y empieza a irse por las ramas y a mezclar todo lo que se le va ocurriendo. No sé cómo diablos pudo influenciar a nadie si no era atiborrándolos de drogas, porque me esperaba un tipo más taimado y siniestro, un embaucador, y no un charlatán de discurso anacrónico y amalgamado. El documental al que me estoy refiriendo, MANSON SUPERSTAR, que tiene nada menos que 22 años, no es que sea malo o inválido, simplemente deja constancia de todo esto que digo; así que lo que se nos promete como un terrorífico descenso a los infiernos de una mente criminal termina en un vergonzante paseo frente a un tipo que habla nosequé de Kennedy, el poder de las estrellas, la energía cósmica y cómo acabar con la tasa de desempleo, y todo mientras se contorsiona en una especie de Tai Chi jocoso. Una especie de spoken word insufrible tras el que sólo puedes pensar una cosa: menos mal que encerraron a este zumbao... Hombre, si aún tienen algún tipo de curiosidad acerca de este señor pueden verla, pero no pasa nada si se la ahorran.
Saludos superestelares.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!