viernes, 28 de octubre de 2011

Un problema inexplicable



Viene ya de lejos, demasiado quizá. Las adaptaciones que se han intentado de las obras de Clive Barker nunca han funcionado... pero tampoco se las podría catalogar llanamente de "basura". Hay algo extraño, inexplicable, el mismo tufillo malsano que recorre las páginas del escritor de Liverpool, el mismo que lleva algunas décadas otorgándole el estatus de indiscutible de la narrativa de terror. Uno no sabe si el universo de Barker se ha quedado anticuado, si aún sigue estando tan adelantado que seguimos sin entenderlo del todo, o si simplemente había de quedar sepultado bajo las toneladas de productos de similar factura a los que asistimos impertérritos constantemente. Y valga esta pequeña explicación que me doy (seguramente) a mí mismo para introducir BOOK OF BLOOD, una de las últimas adaptaciones a las que hemos tenido acceso. Primero me sirve porque BOOK OF BLOOD tiene como lema una frase tan contundente como ambigua: “Los muertos tienen autopistas con intersecciones que se vuelcan en nuestro mundo. Si te encuentras en una de ellas tendrás que pararte a escuchar. Los muertos tienen mucho que contar”. Puro Barker. El Barker que nos aterroriza e incomoda; el que detesta los espacios abiertos y recoge maldades más antiguas que la humanidad en una simple habitación. Con presencias extrañas y acechantes, y las consabidas laceraciones de la carne. BOOK OF BLOOD es como HELLRAISER, o como CABAL; pero, teniendo en cuenta que se trata de una extensa serie de cinco libros, dejarlo todo en una mísera peliculita de apenas 100 minutos ni le hace justicia (una vez más), ni sirve como extravagancia al margen, básicamente porque se trata de pura rutina, lo que de alguna forma ha intentado esquivar Barker desde siempre. A mí me sigue dejando frío, o más bien templado; e insisto: tan posmoderno es concebir que las reclamaciones de los muertos se escriben literalmente sobre la piel de los vivos como concebir una raza de sacerdotes del dolor (los cenobitas), como trillados son los sustitos y caras de estreñimiento que terminan por banalizar este subproducto, uno más basado en algo escrito por Clive Barker... ¿De verdad creen en las casualidades?
Saludos astringentes.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!