martes, 9 de noviembre de 2010
Un ángel en mi armario
Lo primero que uno siente al ver algo tan insólito como RICKY es extrañeza; a no ser, claro está, que ya se conociera aquella lejana bizarrada de Antonio Mercero llamada TOBI. Las similitudes entre una y otra son pocas, y se limitan a lo puramente estético; ambas hablan de un bebé que nace con alas, aunque su discurso e intenciones se encuentren en las antípodas. RICKY es una falsa comedia de un creciente tono oscuro, capaz de combinar el drama social, el fantástico de nuevo cuño y algo que sólo se atisba en su tristísima parte final y que confirma varias cosas, como que Ozon es un director, al margen de su eficacia narrativa, que se desclasifica él solito a base de continuos giros que terminan por descolocar al más pintado.
Ésta es la increíble historia de Katie, una madre soltera que trabaja en una fábrica y cuya vida transcurre entre la monotonía y el conformismo, que un día conoce a Paco (Sergi López, en su enésimo papel de emigrante hispano en las Galias) y queda embarazada de nuevo; parece que la felicidad vuelve a la vida de Katie con la llegada de Ricky, pero Ricky guarda una sorpresa: tiene alas. La incursión del elemento fantástico en mitad de una narración esencialmente realista es la gran baza de un film que, de no ser así, no habría pasado de un drama social correctito; como indicaba antes, RICKY logra su propósito al mostrar las vicisitudes de la desbordada pareja, separación incluida, desembocando en la inevitable crítica a los medios audiovisuales, que exhiben al bebé como un monstruo de feria. El acierto, a mi modo de ver, lo que indica que esto no pertenece al blockbuster zafio y oportunista, sino a un autor poseedor de una mirada propia, es el terrible desenlace, más allá de la lágrima, y que borra de un plumazo la bucólica estampa del angelito, convirtiéndolo en una especie de bestia salvaje e indómita a la que no podemos comprender, porque nunca fue de este mundo, nuestro mundo de leyes y convenciones.
Saludos angelicales.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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