miércoles, 3 de noviembre de 2010

Sitges 1: El vibrar de la cítara



Tres títulos, sólo tres; absolutamente diferentes entre sí, pero representativos de un cine cero acomodaticio, de barricada, que lucha por abrir el campo de visión, incluso sacrificando su valoración inmediata por ejercer de punta de lanza de (no movimiento, no corriente) de lo que cada uno de nosotros podemos entender como "resistencia". Luis Sampieri es un argentino afincado en España cuyas directrices nos remiten de alguna manera al último van Sant o al Jarmusch más desencantado; FIN es su rotunda (ojo, no redonda, y ampliaremos esto) propuesta para hacernos pensar, de la manera más cruda posible, sobre qué les está pasando realmente a los jóvenes de hoy en día; por qué esas actuaciones sin sentido aparente y por qué ese desencanto crónico y esa falta de compromiso más allá del propio interés. Su estructura, desnuda, morosa, sin adornos, nos presenta a tres jóvenes (19-20 años) que, sin conocerse de nada, acuerdan un encuentro por internet y realizan un viaje a un apartado y escondido lugar en mitad del campo. El motivo nos es ignoto hasta el insoportable tramo final, aunque intuimos vagamente de qué se trata; lo importante en este caso, en mi opinión, es la soberbia recreación de un clima, un estado de ánimo, entre los tres jóvenes ya desde la larga escena inicial. Iker es el verdadero promotor del misterioso encuentro y mantiene una actitud chulesca y despectiva, que se ve punteada por momentos de incapacidad para razonar normalmente. Ana es retraída y callada, y parece vivir bajo los efectos permanentes de somníferos. Ramia es árabe, cubre su pelo con un pañuelo y en ningún momento está segura de qué está haciendo, de qué va a hacer; además será objeto de las burlas constantes de Iker (llámenlas racistas, yo veo otra cosa). En realidad, este mínimo nexo argumental importa poco o nada, porque el film de Sampieri es una trampa mortal que se despliega con paciencia, con seguridad pasmosa, justo hasta el desconcertante y durísimo final, tras el que nos costará una enormidad mantenernos al margen de un suceso que, a fuerza de mostrarse lejano, nos resulta más cercano de lo que pudiera parecer. FIN dará que hablar si se le busca un lugar en los desiertos de la cartelera; es complicado, pero ella misma se ha encargado ya de plantear cuestiones necesarias y más que interesantes.
Saludos_

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!