viernes, 5 de noviembre de 2010

Radical libre: El cine de Lisandro Alonso 2



A veces, en esa búsqueda giratoria que supone el buscar respuestas a los grandes enigmas mediante un arte como el cine, algo infructuoso y de arduo estamento, los cinéfilos se preguntan a menudo de qué manera se palpa la poesía en un puñado de imágenes, cómo se reconoce lo que está más allá de la mera narración fílmica. Esto es un ejercicio íntimo, intransferible y solitario, no tiene nada que ver con los foros, las redes sociales ni las ruedas de prensa; puede que por eso, las mínimas ocasiones en que esto ocurre, se produzca un rechazo inmediato, que es lo que genera la incomprensión de lo que se tiene delante. En su segundo trabajo, Lisandro Alonso amplía el marco subjuntivo de su discurso y muestra en apenas 80 minutos todo el cisma contenido en una cicatriz que no ha terminado de cerrarse ni al cabo de veinticinco años, que es el tiempo que (Antonio) Vargas ha pasado en la cárcel por el asesinato de sus hermanos. La escena inicial es elocuente: en un nervioso desplazarse, otea el sol que se frota por entre las espesas ramas de selva, mira los troncos, anárquica la cámara, para terminar posándose en el suelo, en los cuerpos muertos. La salida de Vargas de la cárcel no es un acontecimiento, sino un impás natural que ha de ocurrir; no hay que explicarlo, igual que no hace falta explicar el largo viaje efectuado en canoa por el río, con la selva de fondo. Todo pertenece al mismo destino. Argentino compra un vestido para su hija, así que el destino nos es desvelado casi por casualidad; en la canoa mata y desangra un cabrito, que será el festín de bienvenida que nunca veremos. Y al final, una vez en el sitio, allí, en ninguna parte y en todas las partes, Argentino ve a un nieto al que no ha visto nacer y todo termina igual que empezó, con una cámara que busca el suelo porque no hay nada más que mostrar. LOS MUERTOS será revisada dentro de cuarenta años, quizá entonces se sepa su valor real.
Saludos vivos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!