sábado, 6 de noviembre de 2010

Radical libre: El cine de Lisandro Alonso 3



El hecho de que ni LA LIBERTAD, ni LOS MUERTOS, eran en absoluto trabajos experimentales, lo confirma el siguiente trabajo de Lisandro Alonso. FANTASMA, siendo como es su película más prescindible, supone un alarde de metalenguaje sólo comparable a la atomización de la realidad de los surrealistas, y extrapola nuestro senso desde el sitio donde se supone que se está desarrollando la acción hasta quién sabe dónde, quizá la película misma. Y la película, en este caso, contiene otra película, pues lo que vemos, aunque simple, tiene como misión transportarnos desde lo cotidiano hasta el haz de luz suspendido; la magia. En su curiosa y misteriosa estructura, FANTASMA nos muestra a Argentino Vargas, el mismo (no) actor de LOS MUERTOS, aparentemente desorientado en un cine de Buenos Aires, donde se va a proyectar, precisamente, dicha película. En otro extremo, Misael Saavedra, el otro (no) actor de LA LIBERTAD, vaga por pasillos vacíos y se lava las manos en el servicio del desierto cine. Hacen su aparición dos personas, quizá los encargados de la proyacción, y una especie de conserje (acomodador, más bien); todos contemplan el cine, en silencio, y parecen esperar un momento dado, que finalmente es el de la proyección en una solitaria sala, sólo habitada por Vargas, al que posteriormente se le unirá una mujer. No sabemos nada de los personajes, Alonso sólo parece interesado en despojarles de su corporeidad y retomar el instante decisivo en el que el cine, el que a menudo denominamos como "nuestra pasión", se hace uno con nosotros y obra el milagro del arte. Así, concebida como un croquis anímico, FANTASMA actúa casi como un apéndice de los dos primeros films de Alonso, un inasible ensayo abierto a todas las interpretaciones posibles y que, según él mismo, filmó en una especie de arrebato incidental. No pasaría nada si no se hubiese hecho, no pasará a la historia como uno de sus títulos fundamentales, pero su extrañeza la coloca en un lugar casi fuera del cine, aunque irónicamente se trate de un poema blanco sobre el mismo.
Saludos en salas.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!