Sin ser yo ni mucho menos fan del señor Robbie Williams, reconozco que el tipo es mundialmente conocido, se ha hecho su sitio (un poco a empujones) al lado de los grandes y a día de hoy puede afirmarse que representa el paradigma de gran estrella. Ok, de acuerdo, guardaremos los cayados y nos pondremos al lado del tipo que no para de reivindicar sus orígenes humildes, su cabeza hueca y otros demonios respiratorios; más que nada porque BETTER MAN es apenas eso, un masaje muy confortable con apariencia de infierno personal. Biopics los hay mejor interpretados, más arriesgados o inmisericordes, y éste es el único que podría hacerse sobre un tipo, un artista, tan poco interesante como Williams; que se reinventó, por supuesto, pero que jamás debería obviar que hacía bailes chorras para mojar bragas, mientras intentaba convencer a los managers de que era el nuevo Sinatra. Es lo que hay, porque las boy bands y adláteres, además de machacones son ufanos, porque les cuesta crecer, porque no tenían un Bernie Taupin de la vida escribiendo, y encima te dan el coñazo cuando tienen barriguita y canas. No sé, porque la película es medianamente entretenida, y salen Oasis que son aún más mongoloides, y además el protagonista es un mono, y eso siempre suma algún punto. Lo peor, que es sensiblera, como sólo lo puede ser un malote sin poesía en las venas. El día que hagan un biopic decente (y me cuesta mucho creerlo) sobre Tom Waits, entonces hablamos...
Saludos.
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