viernes, 24 de abril de 2020

Blanco roto



Abundando en el tema, este curso pasado apareció un film que abordaba la relación entre el Papa Benedicto XVI, el alemán Joseph Ratzinger, y Jorge Bergoglio, Francisco, su sucesor tras una polémica e inesperada renuncia. Y muy a duras penas, el brasileño Fernando Meirelles logra integrar algo de narrativa a lo que no es más que un descarado duelo interpretativo entre Anthony Hopkins y Jonathan Pryce. Esto no es reprobable en sí, pero no debe sustentar el entero valor de un film, constituir todo el interés del mismo, hasta absorber todo lo demás y hacer que no importe. No estoy diciendo que sea una mala película, pero sí una película plana, extrañamente conservadora, justo después de poner el foco donde hay que ponerlo, que es en la ambigua relación de la iglesia católica con asuntos tan escabrosos como la pederastia o el colaboracionismo. Incluso, referente a esto último, es chocante poner el acento en el trato de favor obtenido por Bergoglio en la dictadura de Videla, mientras que el pasado "hitleriano" de Ratzinger no queda ni como apunte a pie de página. En definitiva, una película bien dirigida, magníficamente fotografiada, soberbiamente interpretada, pero que no aporta nada relevante a nuestras vidas, aunque puede que tenga otra función que a los mortales (y especialmente a los ateos) se nos escapa...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!