sábado, 18 de abril de 2020

Adornos y comensales



KNIVES OUT es una película muy bien hecha. Aquí termina la crítica, o mejor dicho, debería empezar, pues no se trata más que de una consideración subjetiva, que perfectamente podría comprender toda la filmografía anterior de Rian Johnson. A este señor le veo siempre las mismas virtudes y los mismos defectos, como si no fuera capaz de reinventarse, indagar más allá de su propia circunstancia y redefinirse como autor, básicamente porque es a lo que aspira, desde que sorprendiera a propios y extraños hace ya 15 años con BRICK. Y estas dos películas se encuentran bastante cerca, formal y teóricamente, o no, porque KNIVES OUT "barroquiza" en el exterior lo que en BRICK se enmadejaba por dentro, mientras banaliza (acariciando una comedia algo naif) la solemnidad que suele acompañar el discurso de todo principiante. La película es un divertimento, y no esperen encontrar aquí el summum de la originalidad, ni la rosca definitiva en tiempos de previsibilidad dramática. Hay dos aspectos que me parecen lo mejor del film, y que pueden parecer secundarios, pero no lo son. Los "adornos", aquí son absolutamente fundamentales, y pugnan por sacar de plano al otro punto fuerte. Los "comensales", los personajes que entran y salen, hablan o se quedan en silencio. De la gestión de unos y otros, de su interacción, depende en gran medida que KNIVES OUT sea un gozo o un suplicio. Y un dato para terminar: no hay zoom...
Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!