sábado, 7 de diciembre de 2019

Ríos de tinta #4



Cerramos este cuadrado perfecto de la única manera posible, volviendo a Tennessee Williams y la que puede que sea su obra más oscura y perturbadora. SUDDENLY, LAST SUMMER es una cumbre de lo que significa escribir para cine, como si las cuatro manos de Gore Vidal y el propio Williams se alternasen con maestría para invitar al espectador a adentrarse en el ponzoñoso revoltijo de nauseabundas e interesadas intenciones de una familia simplemente despreciable. Esa es la historia tras el internamiento de la joven Catherine (una explosiva Elizabeth Taylor) en el hospital psiquiátrico que su tía está financiando de forma sospechosamente generosa. Toda la familia concluye que Catherine está trastornada, obsesionada tras la extraña muerte de su primo Sebastian (figura invisible pero crucial), aunque lo que se va desgranando es una turbia madeja de intereses cruzados y el terrible secreto que sólo ella conoce, y que inculpa a toda la familia. Con un excelente reparto, que completaban Montgomery Clift (el joven doctor que es el único que cree a la infortunada), Katharine Hepburn y la estupenda Mercedes McCambridge, Joseph L. Mankiewicz compone una sinfonía de pequeños horrores, los que las familias "honorables" tienden a sepultar bajo mentiras aceptadas y falsas apariencias. Un grito de desesperación hecho cine, con mucho de exorcismo autobiográfico y un desenlace tan rompedor como el bañador transparente de la Taylor, que quizá fue lo que dejó inexplicablemente a esta obra maestra sin una sola estatuilla.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!