martes, 10 de diciembre de 2019

Qué lejos ha quedado aquella amistad



Lo he dicho tantas veces que me da ya hasta un poco de reparo. La constancia con la que se están revisitando asuntos del pasado nos deja, fundamentalmente, dos hechos incontrovertibles: se puede mejorar lo que era cutre, pero se corre el peligro de que el truco quede al descubierto. No tengo ninguna duda de que Mike Flanagan es un buen director y un tipo honesto, pero Stanley Kubrick efectuaba revoluciones a 24 fps. No he leído DOCTOR SLEEP, y sí THE SHINING, pero no han sido pocos los que me habían advertido de que la continuación corregía y aumentaba a la primera. El resultado en cine, sin embargo, no nos dice lo mismo, y sí que este film puede estar más cerca de la escritura de Stephen King que del cine de Kubrick, y que, por tanto, cada acercamiento al genial cineasta no hace más que restarle una verosimilitud que sí alcanza mientras se agarra a la prosa, arañada y minuciosa, del escritor. No estoy, por tanto, de acuerdo con quienes han quedado deslumbrados con el ejercicio de mímesis del arrebato final, y me gusta mucho más cómo todo lo que viene antes desenreda mucho de lo críptico (que fue mucho) del film de Kubrick, que era, insisto, genial, pero que prefería tirar por la calle de enmedio y dejar a más de uno con un palmo de narices. Pero bueno, lo cierto es que estamos ante una cinta sumamente entretenida, con un buen pulso por parte de Flanagan y unas interpretaciones que dejan momentos de altura de Ewan McGregor, pero sobre todo de una sorprendente (y no lo digo nunca, pero vaya mujer [perdónenme]) Rebecca Ferguson...
Correcta, un poco demasiado larga y abusona de sus propios hallazgos.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!