martes, 3 de diciembre de 2019

Ríos de tinta #1



Con un poco más de espacio, esta semana va a estar copada por cuatro títulos a los que mi imaginario suele relacionar por motivos que ni siquiera a mí mismo me quedan del todo claros. Son cuatro adaptaciones literarias, muy cercanas en el tiempo y de algunos autores que precisamente yo suelo citar como los que mejor han quedado en una pantalla. Uno de ellos es William Faulkner, uno de mis dioses indiscutibles tal y como yo entiendo la construcción literaria, y que obtiene una de sus más certeras adaptaciones en THE LONG, HOT SUMMER, de 1958. Posiblemente la mejor película de Martin Ritt, y la que dio el verdadero pistoletazo a dos acontecimientos: la temprana consagración de ese mito inmortal que luego sería Paul Newman y el inicio de su inquebrantable historia de amor con Joanne Woodward, con la que permanecería hasta el fin de sus días. Pero no seríamos en absoluto justos si no mencionáramos qué hace tan especial a esta película, comenzando por la insólita y genial adaptación que Irving Ravetch y Harriet Frank Jr. hicieron de nada menos que tres trabajos del Nobel de Misisipi, algo que me parece una maravilla de inventiva. Dos relatos breves ("Spotted horses" y "Barn burning") y la novela "The Hamlet", para introducirnos en ese verano que cambió para siempre las vidas de un grupo de personas en el pequeño pueblo que prácticamente es propiedad del potentado Will Varner. Él, Ben Quick (Newman), se ha visto obligado a marcharse, acusado de incendiar un granero, y encuentra acomodo en Frenchman´s Bed, paradigma de ese viejo Sur, tan sugestivo como a vecs adormilado, siempre pagado de sí mismo. Varner (un colosal Orson Welles) ve en Quick la única posibilidad de dejar su fortuna en manos más diestras que las de su inoperante hijo (Tony Franciosa), por lo que intenta por todos los medios forzar que éste se case con su hija (Woodward), maestra de escuela y refractaria al casamiento, y menos con un hombre que se revela excesivamente "echado para delante". Es ese verano acelerado pero pastoso, de chicharras incesantes y secretos que no pueden quedar más tiempo sepultados, y es ese sabor a literatura de la de verdad, con personajes rotundos pero de múltiples facetas. Y es esa sensación de plenitud, de ver una película que, quizá sin pretenderlo, es una gran película que permanece así hasta nuestros días.
Imperdible.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
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