martes, 9 de julio de 2019

La clase de Lubitsch #24



Y, de nuevo en 1929, llegamos a THE LOVE PARADE, el primer film sonoro de Ernst Lubitsch, y la constatación de que si ya era un maestro del cine mudo, lo mejor estaba por llegar. Sin ser una obra mayor, se trata de una película absolutamente deliciosa, una comedia con ramalazos de musical que contaba la historia de un conde de costumbres disolutas con el sexo opuesto, que es deportado desde el Crazy Paris a su pequeño país de origen, Sylvania, donde la reina le espera para castigarlo debidamente. Sin embargo, el panorama cambia radicalmente cuando la joven reina, incapaz de encontrar un marido consorte ideal, cae rendida ante los encantos del conde, con lo que él ve una oportunidad para evitar la cárcel y ella para desposarse al fin. La gracia de todo ello, el "toque Lubitsch", está implícito en un subversivo cambio de roles, puesto que ella es la que manda y él se limita a ser poco más que un florero que no puede dar un paso si su reina y esposa no se lo ordena.
Protagonizada por Maurice Chevalier (que a los 41 años lograba su primer papel importante en Hollywood) y la actriz y soprano Jeanette MacDonald, es una de esas comedias "amables" que ofendían poco, aunque Lubitsch siempre se las arreglaba para insertar sus genuinos golpes de efecto, especialmente en unos diálogos que sugieren infinidad de metáforas subidas de tono, y que, por ejemplo, queda resumida en una escena maravillosa, que los defensores de la moral tacharán de machista, aunque me da igual: mientras el conde corteja a la reina en una cena que siempre está fuera de campo, y que es narrada por cuantos cortesanos espían la escena, el criado de él hace lo propio con la doncella de ella, mientras sus respectivos perros comen del mismo recipiente frente a ellos. Entonces él dice: "No veo el problema. Si mi amo tiene derecho a cenar con la reina, el mismo derecho tendrá su perro a compartir comida con la perra de su majestad"... Puro Lubitsch.
Saludos.

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