sábado, 20 de julio de 2019

En busca de la humedad perdida



El título de la reseña puede parecer directamente ridículo, y puede que algunos nuevos e intachables ortodoxos de la moral y la rectitud lo tilden de misógino, yo qué sé. No se me ha ocurrido, empero, nada mejor para encabezar la peripecia de una cantante adicta al sexo, que pierde la libido y la voz tras una ruptura amorosa. No sé, debe haber un título mejor, pero a mí no se me ocurre, y menos teniendo en cuenta que el título del film ya es alusivo per se. DRY MARTINA ejemplifica un tipo de mujer estupenda, libre, empoderada (que se dice mucho ahora) y dispuesta a codearse con los hombres, básicamente porque le encantan. Hasta ahí muy bien, porque además la actriz Antonella Costa le pilla el pulso a su personaje con naturalidad y gran intuición. Costa, que ya trabajó anteriormente con Sandoval, y que acumula una carrera de dos décadas, es el centro gravitatorio de esta insulsa pequeñez con muchas ganas de ser trascendente, pero que se va volviendo más pequeña e insulsa a medida que descubrimos que esta historia toma la deriva equivocada. Sí, exactamente del mismo modo que la Martina del título, por mucho que se le moje el sexo con un tipo directamente gilipollesco, no logra explicarse qué carajo hace en Chile, con una supuesta medio hermana y cepillándose todo lo que se menea, ya que es consciente de que es la forma más rápida y ergonómica de moverse por un país ajeno. Yo no lo critico, y sería estupendo que los hombres tuviésemos esa envidiable capacidad, tan sólo lo indico porque la señora empoderada es lo que hace constantemente. Y entre polvos y lodos y un guion vacío, vemos una bonita fotografía, una música que no está mal y una actriz principal estupenda, y todo para contar una soberana chorrada. Pero en fin, qué sabré yo que sólo soy un hombre y dudo que empoderado...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!