sábado, 18 de mayo de 2019

El rey del giro



Y, bueno, que M. Night Shyamalan está de vuelta. O eso, o al menos ha preferido dejar sus absurdas pretensiones de creador total y ha vuelto a agarrarse a lo que mejor domina. GLASS es una película difícil de abordar, ni siquiera para un fan de los de trayectoria, porque significa varias cosas, un compendio de lo que el imaginario Shyamalaniano ha significado para el cine norteamericano de los últimos veinte años, optando por abordar el cine de género desde el guion, sus recovecos y posibilidades, y dejando los golpes de efecto visuales en insólita sobriedad. GLASS ha sido presentada como un film total de superhéroes, cruzando los destinos de Mr. Cristal, El Protector y ese fascinante personaje de personalidad múltiple, de entre la que sobresale la así llamada Bestia. Y al principio lo parece, aunque la clave para entender sus inesperados desarrollo y desenlace reside en la introducción de un nuevo personaje, una enigmática doctora que intentará convencer a estos tres personajes de que sus supuestos poderes provienen de una especie de delirio de grandeza que les hace creerse que los tienen de forma natural. Ahí, muy sutilmente, Shyamalan lleva al espectador a un terreno nuevo pero perfectamente reconocible, que es el que más domina: difuminar la frontera entre ficción y realidad, y dejar la narración suspendida en un último giro que nadie podría esperar, ni siquiera desde que en 2001 se estrenase EL PROTEGIDO, que ya es rizar el rizo de los giros. Lo que GLASS propone en última instancia es hacernos pasar de creyentes a ateos, y vuelta a empezar. Si creemos o no dependerá de cuánta fe tengamos acumulada, al fin y al cabo ¿qué es el cine sino eso?...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!