jueves, 2 de mayo de 2019

Infierno exterior



De vez en cuando me apetece revisar alguna de esas películas que vi en su momento, tenía absolutamente olvidadas, y, por alguna razón que se me escapa, vuelven envueltas en un lejano recuerdo no siempre favorable. El caso de EVENT HORIZON me sirve para ilustrar esto, ya que el subconsciente podría jugar una mala pasada, al tratarse de la tercera película de Paul W. S. Anderson, ese (le llamaremos así) director que a principios de los noventa prometía una barbaridad con su estupendo debut (SHOPPING), para venderse inmediata y miserablemente al mercado americano con una abominación como MORTAL KOMBAT. Sin embargo, en 1997, Anderson volvió a Inglaterra para ponerse a los mandos de un encargo que recordaba sospechosamente a ALIEN, pero con un componente más escabroso y cercano al cine de terror sobrenatural. Sí, podría haber sido mucho mejor, y gran parte del mérito de que no fuese una bazofia es del estupendo reparto, que contaba con Larry Fishburne, Sam Neill, Jason Isaacs o Joely Richardson, pero al menos lograba hacer medianamente creíble su delirante argumento. La nave de rescate Lewis and Clark recibe el encargo de viajar hasta Neptuno, con la misión de descubrir qué le pasó exactamente a la Event Horizon, una gigantesca y ambiciosa nave que desapareció siete años antes, sin que trascendiera ningún dato de qué tipo de misión iba a realizar. Habría que disculparle algunos efectos digitales de la época, aunque los decorados a tamaño real están más que conseguidos, y al menos hay una trama digna y coherente, en la forma que puede ser coherente abrir una puerta al mismísimo infierno en pleno espacio exterior, claro...
Ideal para una tarde con poca chicha.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!