martes, 21 de mayo de 2019

La clase de Lubitsch #17



El primer contacto que Lubitsch tuvo con Hollywood se produjo en 1923y venía auspiciado directamente por Mary Pickford, que fue la impulsora personal de ROSITA, un destartalado melodrama ambientado nada menos que en la España del siglo XVIII, y muy probablemente en las calles de aquella Sevilla bulliciosa y capitalina. Pickford interpretaba a una muchacha pobre que se gana la vida cantando irreverentes tonadas, acompañada de su guitarra, hasta que un día se pasa de mordaz y habla regular del Rey (qué poco ha cambiado la cosa), por lo que es enviada a prisión. En eso que se le cruza Don Diego, un tipo desahuciado por la sociedad pero que aún conserva cierta alcurnia de noble, y que, enamorado de Rosita, sale en su defensa, lo que le llevará al mismo sitio que ella, pero con aún peor suerte. La película, de la que hasta hace algunos años sólo se conservaba más o menos la mitad del metraje, es un compendio de demasiadas cosas, para que al final todo gire en torno al lucimiento personal de la Pickford, que con 30 años seguía empeñada en encasillarse en papeles de jovencita pícara y desvalida, pero que chocó frontalmente con la personalidad de un Lubitsch que se negó a servir como relanzador de su carrera, ya que otros estudios habían posado ya sus ojos en el director alemán. Un film olvidado y olvidable, pero que quizá merezca la pena por significar el comienzo de la estancia de Lubitsch en Hollywood, poco más.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!