lunes, 4 de marzo de 2019

Cervantinos en América



No son pocos los que han tomado como una incongruencia lo ocurrido en los oscar con el galardón a mejor película, sin dudar en que tiene poco sentido la segmentación dispersa de éste respecto al de mejor director. Sin que sirva de precedente, y aun sin llegar a explicármelo yo mismo, creo que este año (siempre teniendo en cuenta que no eran todas las que son) no está mal tirado el premio a GREEN BOOK, que me ha irritado bastante menos que la de Cuarón, al que sin embargo le otorgo la cualidad de ser un director infinitamente más dotado que Peter Farrelly, del que si nos hubieran dicho hace 25 años (momento en el que inició su particular "exploración de la imbecilidad humana" junto a su hermano Bobby) que sería capaz de filmar algo como esto, simplemente no lo hubiéramos creído. GREEN BOOK es una típica buddy movie, pero también es una típica road movie, y de ese clima de complicidad, ansias de libertad y crónica de un tiempo determinado, sin creerse el más listo de la clase, Farrelly filma a la antigua usanza, como un artesano de toda la vida, tocando la fibra a golpe de honestidad y ese humor escatológico (aquí en pequeñas dosis) que fue su sello de identidad. Pero sobre todo, GREEN BOOK, de ser algo remarcable, es el descomunal trabajo de dos actores absolutamente desatados, un finísimo Mahershala Ali, que va agigantando a cada escena su complejo personaje, y un antológico Viggo Mortensen, probablemente en uno de los mejores papeles de su ya incontestable carrera. Y la epopeya vital de un genio del piano y el tosco italoamericano criado en las calles que le lleva en una insólita gira por un Sur racista y falsamente amable, parece, una vez más, otra vuelta de tuerca al mito de Don Quijote y Sancho Panza. El primero, de modales exquisitos y algo excéntricos, cuyos molinos de viento están en la imposibilidad de traspasar las barreras que le imponen su color de piel; y el segundo, repleto de prejuicios, la mayoría impuestos (porque "es lo que hay"), pero que poco a poco comprende y se también se hace comprender. El gesto más hermoso de esta estupenda película es ése, no pulir ni una arista, sino dejar que la experiencia las vaya desbastando.
Y sí, es muy recomendable.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

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