miércoles, 20 de marzo de 2019

Qué bien lo pasamos



THE PARTY es la típica película que un director veterano emprende como desafío personal, o proyecto aparcado largo tiempo, toda vez se constata que, aunque su prestigio siga intacto, las llamadas de las productoras se espacian y se corre el peligro de caer en la banalización y consecuente olvido. Y yo que me alegro, ya que Sally Potter nunca ha sido una directora prolífica (10 largos en casi cuatro décadas), pero su tendencia ha oscilado entre los relatos "de calado" (ORLANDO, VIDAS FURTIVAS) o el minimalismo de cámara (YES), un eclecticismo que se ve reflejado en sus guiones, capaces de abarcar multitud de temas y motivos sin grandes alardes. Y THE PARTY fue de las seleccionadas en los Goya a mejor película europea, aunque hubiese sido absurdo que ganara teniendo al lado una obra maestra instantánea e indiscutible. Aun así, y reconociéndole algunos altibajos en el tono, Potter trasciende el mero drama teatralizado y universaliza el espacio único mediante un sardónico, sarcástico y muy afilado uso de las palabras, el que hacen sus siete personajes, casi todos magistralmente dibujados. La excusa argumental gira en torno a la fiesta que organiza Janet (Kristin Scott Thomas) tras ser nombrada nada menos que ministra del gobierno británico. Junto a ella están su marido (un disperso Timothy Spall, aunque su personaje lo justifica), dos amigas que son pareja (Cherry Jones y Emily Mortimer), su mejor amiga y mayor aduladora (Patricia Clarkson), su pareja, una especie de "sanador alternativo" (Bruno Ganz) y el marido de otra amiga (Cillian Murphy) a la que nunca veremos, pero sobre cuya invisible presencia girará una trama que pasa, en poco más de una hora (otra proeza) de la banalidad a los escupitajos verbales, en los que se mrzclan impúdicamente las mentiras, los prejuicios y en definitiva la desnudez de unas "vidas ejemplares", construidas casi siempre sobre una total falta de honestidad. La película se nutre sabiamente de este excepcional puñado de actores y actrices, y de su interactuación saltan esquirlas de veracidad, más veraces cuanto más truculento es el parlamento, y tan sólo le achacaría una cierta dificultad para que la modulación hubiese sido totalmente imperceptible. Pero qué diablos, la verdad es que es una delicia de película que se ve en un suspiro...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!