domingo, 3 de diciembre de 2017

Rincón del freak #292: Si no sientes las piernas... a matar Charlies. Películas para desengancharse #50



Se acaba la segunda parte de este inusual monográfico ¿Y qué mejor forma de despedirse que con RAMBO? Sí, porque ahora se hacen muchas películas así, con un guion nulo y trillado pero con efectos técnicos que tapan todas estas deficiencias. La diferencia entre estas películas y RAMBO es evidente: todo lo que ocurre en pantalla está hecho artesanalmente, mal pero artesano al fin y al cabo. El asunto clave es entender que este era un producto milimétricamente calculado, que aprovechaba el tirón mediático de su antecesora y reconvertía a aquel John Rambo, lacónico y cansado del mundo, en el único y verdadero salvador de la patria de Lincoln... A bombazo limpio, cierto es. Con pocos remilgos a la hora de enfrentarse a rusos y vietnamitas, todos revueltos. Y con un corazoncito que también latía tras su inexpresivo rictus gracias a la sugerente Julia Nickson, de la que luego nada más se supo. El ligue le duró al mercenario lo mismo que una granada en la mano, apenas unos segundos tras el primer y único beso. Y hasta ahí las sutilezas, porque RAMBO es un gusto por las explosiones, los tipos anónimos acribillados, los helicópteros con armamento pesado, las flechas explosivas, las torturas con descargas eléctricas, más explosiones y unos prisioneros que llevaban metidos en jaulas un potosí de años sin que a nadie le importara un carajo. Intentar descifrar en qué consistía exactamente la misión de John Rambo en Vietnam es más complicado que un plano de Tarkovski. Si no me creen, no tienen más que volver a verla y deleitarse con esta oda al mal gusto, devenida icono pop involuntario.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!