sábado, 25 de febrero de 2017

La ciudad abrasada



Lo más parecido que se ha hecho en nuestro país a ZODIAC. Ya con este encabezado me parece que quedan claras las muchas virtudes de QUE DIOS NOS PERDONE, el nuevo y sorprendente film de Rodrigo Sorogoyen tras su prometedor STOCKHOLM. Un thriller, sí, pero si se me permite, "descuajaringado", o apesadumbrado, una historia de perdedores en la que sólo el mal parece sacar pecho, y que por eso se eleva como un lúcido retrato robot de esta sociedad enferma de ignorancia e impotencia. No es casualidad que Sorogoyen elija situar la historia en el ardiente verano de 2011, porque le permite justificar una ciudad, Madrid, vacía y repleta al mismo tiempo; y dos sucesos absolutamente antagónicos, pero que difícilmente sobreviven al solapamiento, confundiéndose y confundiendo a su inolvidable pareja protagonista. Por un lado los indignados del 15-M, por otro los peregrinos high class que han llegado para ver al Papa. Ambos eventos conforman una marea humana que ha tomado las calles de la ciudad; sin embargo, en los márgenes, en las calles que quedan vacías, el mal actúa impune, un asesino en serie viola y mata a sangre fría a ancianas.
Ya de por sí la trama policíaca es suficientemente interesante, pero nos quedaríamos en la superficie de un film que va más allá, sobre todo en la construcción de unos personajes complejos, alejados del arquetipo. Alfaro es violento, impulsivo, un tipo despreciable que, sin embargo, puede que sea el único policía íntegro y honesto, y cuyos métodos contrastan con los de Velarde, callado, metódico, pero implacable en su trabajo. Ambos tendrán que hacer la guerra por su cuenta para encontrar al asesino, recibiendo zancadillas de sus superiores y compañeros, que sólo se mueven en una falsa meritocracia, y cuya incompetencia permite al asesino (escalofriantemente interpretado, aunque no diré por quién) campar a sus anchas sin oposición. Y entre medias, Sorogoyen desmigaja estas dos personalidades, mostrando su vacía cotidianidad y exponiendo la amargura de quien no sabe vivir fuera de su trabajo, por duro que éste sea. Antonio de la Torre y Roberto Álamo se comen la pantalla, y suponen el gran acierto de este film intenso y desgarrado, un trabajo áspero e incómodo, y que confirma, entre otras cosas, a un narrador excelso, que no tiene miedo de exponer libremente lo que necesita para hacer avanzar la historia. Un rotundo thriller, sí, pero también un espejo de miserias. Asómense si pueden soportar su propio reflejo...
Saludos.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Esto es más que Zodiac,
Esto es El Cebo o Memories of Murder.
Magistral.

dvd dijo...

Por supuestísimo que sí, pero yo es que usted sabe que ZODIAC me apasiona...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!