jueves, 5 de mayo de 2016

El creíble hombre menguante



Las diferencias entre la obra maestra de Jack Arnold y el tímido homenaje de Peyton Reed a uno de los primeros y más interesantes personajes del universo Marvel son tantas y de tan diverso calado que parece una broma si quiera compararlas, aunque tanto Stan Lee como Jack Kirby, los padres de la criatura, nunca ocultaron de dónde les vino "la inspiración". Y de nuevo nos vemos forzados a diferenciar un producto de otro si no queremos acabar demasiado pronto con lo que no es más que un poco más de argamasa al edificio que la compañía lleva ya años construyendo. Aquel Hank Pym era fascinante desde cualquier punto de vista, un genio científico que había logrado controlar al átomo y modularlo a su antojo; el resultado fue un superhéroe que podía llegar a medir apenas un par de centímetros, o por el contrario aumentar varias veces su estatura.
Pero no hablaré más de comics, que para eso están los blogs especializados. ANT-MAN, la película, es un ejemplo de irregularidad en tanto que no se atreve a explorar en profundidad las posibilidades cinematográficas de un punto de vista subjetivo, excepto en contadas ocasiones, en las que el ya veterano Peyton Reed (al que se ve más cómodo en los lapsos cómicos, recordemos que no en vano es el director de, por ejemplo, DI QUE SÍ) acierta en el uso de los efectos digitales, que esta vez están más que justificados para recrear una inundación en una bañera o la caída del protagonista a través de ínfimas rendijas que le van llevando de un piso a otro. Este arranque es asombroso, pero la película cae pronto en una previsible monotonía y ya nos vamos conociendo cada paso dado por unos guionistas que parecen incapaces de saltarse la cuadrícula de la viñeta. Por no hablar de un casting poco acertado, con Paul Rudd desubicado y convertido en el reverso conservador de Reynolds... ¿? Y de la omnipresencia de Michael Douglas no digo nada.
Insisto. Momentos estupendos (pocos) alternados con bostezos (bastantes)... Pero habrá secuela, y no me pregunten por qué...
Saludos.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Ni San Francisco de Asís se hubiera conmovido por la muerte de una hormiga.

dvd dijo...

Y alada... Que por aquí abajo las masacramos en verano...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!