miércoles, 18 de mayo de 2016

Ya están aquí... #1



Asusta un poco echar la vista atrás y comprobar el tiempo que ha pasado desde que la mitología cinematográfica fue tomando forma en nuestro subconsciente, quizá haciéndonos como somos y determinando nuestra manera de ver cine. Nada ha vuelto a ser igual desde entonces, y mucha de aquella bendita inocencia se ha ido quedando en las miles de pantallas que nos han observado a nosotros como espectadores; así que no vemos ya el cine como lo veíamos entonces, pero también es cierto que el cine, en estos momentos, es otra cosa. Por ejemplo, es ridículo hacer hoy día POLTERGEIST, pero en 1982 Steven Spielberg y Tobe Hooper redefinieron el concepto de cine de terror vertiente casas encantadas y lo hicieron con una mala leche que no necesitaba de sangre, torturas ni truculencia, simplemente colocaron a una niña frente a una pantalla de televisión tras una carta de ajuste (otro mito) que daba las buenas noches a los buenos compatriotas a golpe de himno nacional. Antes, el cabeza de familia había hojeado una hagiografía de Reagan tumbado en la cama, la madre (nunca hemos tenido esas madres por aquí) repartía tortitas (aquí eran tortazos) a diestro y siniestro enfundada en una camiseta de football. Mientras el idealizado universo americano se desarrollaba con normalidad en una urbanización que señalaba el camino de la felicidad (Cuesta Verde), la amenaza provenía precisamente de esas horas en las que las urbanizaciones duermen despreocupadamente. Así, POLTERGEIST, vista 34 años después, no es tanto una película de terror como el indicativo, a lo mejor involuntario, del principio del final de esos mundos que tanto y tan bien nos vendieron desde Yanquilandia.
Ya no quedan ni cartas de ajuste, aunque la programación de madrugada da bastante más miedo que los seres sobrenaturales que se llevaron a la pobre Carol Anne a otra dimensión. Además, aquí somos de desayunar en los bares...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!