miércoles, 14 de enero de 2015

La bola navideña



El otro día me di cuenta de que se me había quedado SUCKER PUNCH entre el a veces no deseado maremágnum de títulos que una vez quise ver, pero se quedaron en el camino demasiado tiempo. Me la esperaba peor, pero no es buena; la empecé a ver sin expectación pero ésta fue creciendo (moderádamente, es cierto) a medida que me despojé de algunos prejuicios y me dediqué a disfrutar de un espectáculo visual. Eso es todo lo salvable, sin embargo, en una producción medrosamente calculada para no explayarse en lo conceptual, que es la posibilidad de indagar en mundos paralelos e interiores, y sí en lo fetichista, toda vez que el cine nipón ha abierto una veda no siempre entendida en toda su amplitud e intención. No me parece tan mala porque Snyder consigue su principal propósito: mojar nuestros sentidos en un cucharón de lisérgico andamiaje. Lo que sí me irrita profundamente (y lo dije hace mucho a propósito de 300, que es mucho más despreciable) es ese aspecto de "bola navideña" que no parece importar mucho a la crítica. Una "bola navideña" es aquélla que agitamos para que el paisaje que contiene se nieve durante unos segundos... y así ad infinitum. Si uno encuentra un deleite inagotable en la repetición sistemática de un entorno estándar, entonces SUCKER PUNCH enarbola una especie de sublimación, posiblemente involuntaria, del blockbuster adulto con apariencia juvenílica; si no, mejor ni la vean, porque una muchachita vestida de escolar japonesa y decapitando infografías a ritmo de Björk puede ser peor que una revista satírica para un asesino fundamentalista... Así está la cosa...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!