martes, 27 de enero de 2015

Alpiste



Una de las cosas que más me fastidian de este blog es la dificultad, maniatado como me encuentro, de encontrar la forma de hablar de éste o aquél tema, saliéndome de lo estrictamente cinematográfico y sorteando además la concisión espartana que ya es seña de identidad del mismo. Cárcel o ejercicio, confieso que según qué cosa puede serme imposible saltármela, como así ha sido con las últimas y significativas elecciones griegas. Sin meterme mucho en harina, qué verdad es que el país heleno, cuna de la civilización occidental (y qué poca importancia le damos a ello), ha llegado prácticamente a un punto límite, y que sus ciudadanos (bella y denostada palabra) han hablado mediante las urnas, que es la mejor forma de hacerse oír. Aquí hemos dado cuenta de este "nuevo cine griego", rabioso, extraño y hermético, que parece construir involuntariamente un grito sordo contra la asfixia (económica, pero también moral) que sufren a manos de los guardianes de la solvencia primermundista. Sin embargo, el ejemplo más extraordinario de dicha secuencia lo he encontrado recientemente en un film que no pude ver en su momento en el SEFF y que obtuvo el Giraldillo de Plata y el premio (absolutamente merecido) a su protagonista. TO AGORI TROEI TO FAGITO TOU POULIOU (CHICO COMIÉNDOSE LA COMIDA DEL PÁJARO) no es sólo la desesperada (y desesperanzadora) desventura de un ser humano en una situación límite (el título es literal), porque siempre habrá quien le ponga alguna pega a "ese escuchimizado holgazán, que prefiere robar comida a ganársela". Porque en realidad, lo que Ektoras Lygizos nos pone frente a nuestras narices (quizá demasiado grandes para ver con claridad) es un síntoma de hartazgo, el de la dignidad frente a la arrogancia, pero por supuesto el de una sociedad que ha llegado a un límite al que nosotros, por ejemplo, parece que no vislumbramos nunca, paisanos de tragaderas infinitas. Ningún holgazán puso a ningún país en situación de bancarrota, ni ningún tecnócrata se conformará jamás con un poco de alpiste.
La película, impresionante, pero no apta para todos los paladares. Un consejo: intenten ver un poco más allá de lo meramente escabroso; la intención es otra.
Saludos.

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