sábado, 24 de enero de 2015

La estampa y el movimiento



Yo ya conocía a Rob Zombie desde hace bastante tiempo por su banda, White Zombie, que era más un tumulto de referencias y tributos por parte de un rendido iconoclasta, que una banda de rock al uso. Aquella fórmula tenía poca vida, así que Zombie se recicló en director de cine, actividad que le ha ampliado el campo de acción considerablemente y le ha revelado como un cineasta solvente teniendo en cuenta la temática que inunda sus películas. No había visto nada suyo anteriormente, y confieso que recelaba y no tenía muchas ganas, hasta que el otro día me puse con THE LORDS OF SALEM. Se trata de una película atípica, anticlimática, distanciada de lo que se suele hacer en Hollywood en materia de horror, y casi diría que ni siquiera es una película de horror, sino un cúmulo de obsesiones estéticas que bebe de muchas fuentes, pero cuyo verdadero referente no es otro que Alejandro Jodorowsky. Claro, el impedimento de Zombie es (hasta que se libere de estas ataduras, que por otra parte tanto le han ayudado) instalar una cierta sensación de terror en un puñado de imágenes que buscan el impacto sensorial más que la lógica narrativa; ahí, el chileno era un maestro, y apenas se preocupaba por el hilo conductor, pues su prosa era precisamente el asalto a nuestros sentidos, su provocación. Desgraciadamente, teniendo en cuenta que Jodorowsky ya venía de empaparse, sobre todo, al primer Buñuel, convengamos en que el experimento a Zombie le viene grande; hay una gran distancia cualitativa entre los momentos "convencionales" y los "alucinados", y casi prefiero estos últimos, ya que los primeros imprimen poca emoción al conjunto y terminan siendo tediosos. Por explicarla brevemente, me parece que es una celebración de lo pagano frente a lo institucional, una lucha por lo atávico en un mundo hiperindustrializado... Ya, vale, es cool, tío. Ahora sólo nos queda creernos a Sheri Moon en todo ello...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!